lunes, 7 de octubre de 2013

Capítulo 32: Graduación

Graduación

Después de la increíble noche en la biblioteca, Chris me acompaña a mi habitación para que podamos descansar algo. La ceremonia de la graduación es a las cinco y media, así que tenemos doce horas por delante para dormir y preparar las maletas.
-          Por favor, quédate a dormir – le digo otra vez ya en la puerta.
-          Sabes que me es imposible. Por la mañana no podré salir de aquí sin que me vea alguien.
-          ¿Y qué más da? No creo que nos expulsen en nuestro último día aquí.
Chris lo reconsidera durante unos momentos.
-          Está bien, me quedo.
Lo beso rápidamente antes de abrir la puerta con cuidado. La habitación está a oscuras, pero distingo mi cama al fondo de la habitación. Pisando con cuidado nos vamos acercando hasta ahí, pero antes le arrastro hasta el baño.
Voy hasta mi armario y cojo el pijama. De paso, cojo una camiseta que le había robado a Chris cuando estuvimos en su casa de Colorado, y cuando vuelvo al baño se la doy.
-          Eh, esto me suena. – susurra.
-          Te la robé, así que técnicamente ahora es mía. – le respondo susurrándole.
-          Me gusta más que la tengas tú.
Sonrío mientras me cambio. Me desmaquillo antes de volver a la habitación y llevo a Chris conmigo. La cama es algo pequeña para los dos, pero a ninguno le importa. Me abrazo a él y acomodo la cabeza en su pecho.
-          Eh, nena, se me olvidó decirte una cosa antes. – susurra.
-          Dime.
-          Te amo pequeña.
Me besa el pelo y me abraza más fuerte. Y los dos nos dormimos en nanosegundos.
***
Empiezo a oír como alguien se desplaza por la habitación, pero sigo con los ojos cerrados. Chris sigue durmiendo, a juzgar por su tranquila respiración. De repente, ambos nos terminamos de despertar cuando suena un ruido infernal a nuestro lado.
Abro los ojos y veo como Jerry y Nat golpean una cacerola con una cuchara y una sonrisa malvada.
-          Os voy a matar – digo dirigiéndoles una mirada de odio. – ¿Creéis que esta es una buena manera de despertar a alguien?
-          No me niegues que no es efectiva. Además, fui idea de Jerry – responde Nat entre risas.
-          Es horrible – le digo tirándole la almohada.
-          No te quejes, que este es uno de los métodos despertador más suaves que tiene Jerry para despertarnos. – reconoce Chris.
-          Os encanta que os despierte así. – dice Jerry con orgullo.
-          No sé si prefiero esto o las canciones tradicionales irlandesas a las cinco de la mañana.  – suspira Chris con resignación.
-          O los cubos de agua fría, o el desodorante con aroma a caca de caballo… – empieza a enumerar Jerry.
-          Que sí Jerry, que eres un genio malvado experto en despertar a la gente de la manera más desagradable posible.
-          No podía irme de aquí sin despertaros a todos por última vez. – reconoce el irlandés con una sonrisa traviesa. – Y una vez hecho, Schoomaker y yo deberíamos largarnos de aquí. Las maletas no se hacen solas.
Chris se levanta de la cama y empieza a recoger su ropa del suelo. Se viste y antes de marcharse se acerca a la cama y me besa.
-          ¿Nos vemos antes de la ceremonia?
-          Lo intentaré, aunque con todo el caos de las maletas va a ser imposible.
-          Entonces después. Estoy deseando que conozcas a mi familia.
-          ¿Debo tener miedo?
-          Para nada. ¿Y qué me dices de tu padre? ¿Hoy me lo vas a presentar, no?
-          Si no te mata por enterarse de que has mancillado a su niñita, si.
Chris se ríe y me vuelve a besar.
-          Te veo luego nena – guiña un ojo antes de salir por la puerta junto con Jerry.
Nat empieza a recoger los montones de ropa desperdigados alrededor de su cama mientras que yo hago lo mismo con los míos.
-          Supongo que la noche ha ido bien – empiezo a decirle.
-          Divina. Imagino que la tuya también.
-          No sabes hasta que punto lo fue. Solo te digo que nunca pensaré en una biblioteca de la misma manera – me sonrojo al recordar la noche anterior. Nat me tira un cojín.
-          Deja de pensar en tu noche de amor y termina de recoger. Te recuerdo que tenemos que terminar con esto antes de que empiece la ceremonia.
-          Cierto. Manos a la obra, pues.
Seguimos recogiendo en silencio, aunque tenemos puesto el último CD de Beyoncé como música de fondo. Al poco rato llegan Charlie y Penny, que también empiezan a hacer las maletas.
Me siento triste. Este ha sido un año fantástico, y hacer las maletas solo significa que esto se termina. Es imposible meter los recuerdos y sentimientos de este año en una maleta. Algo mío se quedará aquí siempre. Aquí he conocido a los mejores amigos que podría desear tener, he conocido al chico con el que me gustaría estar toda mi vida, e madurado, he cambiado como persona (para mejor espero)…
Acabamos de hacer las maletas con el tiempo justo para arreglarnos para la graduación. La habitación no era el caos de ayer, pero se parecía bastante. Esta vez el arreglo de todas es más sencillo. Nat lleva un vestido gris perla con parte de la espalda al aire, Charlie un vestido verde oscuro de tirantes, y Penny uno negro de gasa palabra de honor. Mi vestido es de color crema, corto, con tirantes, y un cinturón azul marino con un lazo atado en la cintura. Todas llevamos el pelo suelto, las togas puestas y el birrete en la mano.
Salimos hacia el salón de actos, que es donde se va a celebrar la entrega de diplomas. Al llegar allí, veo como Allie Rumsfeld va colocando a los graduados en las primeras filas por orden alfabético. Voy a la tercera fila y me siento al lado de Nat, mientras que el salón de actos se va llenando poco a poco.
En cuanto el salón termina de llenarse, Allie Rumsfeld sube al escenario y se sitúa al lado del director Rumsfeld. Éste se acerca al micrófono y le da tres golpecitos para hacerse oír.
-          Buenas tardes alumnos, profesores, padres y el resto de los familiares. Os doy la bienvenida a la ceremonia de graduación de St. Peter College. Este año ha sido memorable para todos los que os graduáis hoy. Habéis aprendido herramientas que os servirán para vuestra futura vida, habéis madurado y habéis sentado las bases para vuestra futura vida adulta. Hoy es un día triste porque se va una de las mejores generaciones que ha pasado por el internado, pero debemos pensar que este es un día alegre, porque a partir de hoy, empezaréis vuestra vida como adultos que ya sois.
La gente empieza a aplaudir y a vitorear al director Rumsfeld. El director manda callar con las manos para continuar con el discurso.
-          Y ahora, veremos un pequeño video sobre vuestro paso por el internado.
La pantalla de detrás del director comienza a bajar y, cuando ya está abajo del todo, comienza a proyectarse un vídeo. Distingo a mis amigos con trece años, abrazándose unos a otros, posando en las típicas fotos de clase, de excursión en la nieve, en los partidos de los deportes… Y luego vi cómo iban creciendo poco a poco, cómo cambiaban a medida que pasaban las fotos y sonaba de fondo “Forever Young”, de Alphaville. Empiezo a llorar cuando aparecen las fotos de este año. Los partidos, la fiesta de Halloween, la obra de “Romeo y Julieta”… Hasta han incluido las fotos de ayer, las que nos hicimos antes de entrar en el baile. Sonrío entre lágrimas cuando veo las foto en la que salimos Chris y yo, abrazados y sonriendo. Luego van Jerry y Nat sacando la lengua a la cámara, Johnny sujetando en brazos a Charlie y sonriendo, y por último Penny apoyándose en el hombro de Kevin y sonriendo.
El vídeo termina y veo como varias de las chicas, incluida yo, nos limpiamos la cara con disimulo. Abraham Rumsfeld vuelve a salir al escenario y vuelve a hablar:
-          Y ahora, os iré llamando uno por uno por orden alfabético para que subáis al escenario a recoger los diplomas.
Abraham empieza a llamar a todos por orden de lista. La primera es Jill Blackstone, que sonríe mientras le aplauden cuando recoge su diploma. Le siguen Hector Brown, Blondie Fox, Ben Collins, Katy Colum y David Flint. Cuando sube Charlie al escenario, veo cómo Fred y Carter le vitorean desde el fondo de la sala.
Luego van Peter MacDonald, Jerry (al que Rosie aplaude entusiasmada), Chase Matthews, Johnny (mi madre y Joe se levantan para aplaudirle y vitorear), Yuki Onari, Julian Parker, Alan Perkins, Kayla Phillips, Penny (veo como sus padres la aplauden desde el fondo) y Kelly Preston.
A medida que iban subiendo, todos le daban la mano al director, pero cuando sube Kevin, sus dos padres lo abrazan mientras la sala estalla en aplausos. Después va Chris, y cuando sube veo como un grupo enorme de personas se levanta a aplaudirle, entre los cuales están sus padres y una prole de gente rubia. Las siguientes en subir son Alice Stevens, las gemelas Stuart, Greg Tate, y Nat. Todos aplaudimos cuando ella sube al escenario y hace una ligera reverencia al público con el diploma en la mano.
La última en subir soy yo. Le doy la mano al director Rumsfeld y sonrío cuando Allie me da el diploma. Me giro y veo a mis padres, Greta, Joe, y mi abuela aplaudiendo como locos. Una vez que todo estamos subidos al escenario, tiramos nuestros birretes al aire mientras todo el mundo aplaude y suena el himno del internado.
Cuando acabamos, nos llevan fuera del edificio hacia una carpa instalada para la ocasión en el campus. Busco con la mirada a mi madre, y la localizo junto con Joe y mi padre.
Cuando me ve, mi madre corre hacia mí y me abraza unos cuantos minutos.
-          Cariño, muchísimas felicidades por tu graduación. Estás preciosa – me dice mientras me acaricia la mejilla.
-          Tú si que estás preciosa mamá – le digo convencida. Mi madre está radiante en su ya quinto mes de embarazo, con una pequeña barriga ya formada. - ¿Qué tal te encuentras?
-          Bien cariño, pero no quiero que hablemos de mí. Hoy es tu día. Y el de Johnny, claro está – añade ella cuando Joe la mira divertido.
-          Felicidades Lena. Te mereces todas las felicitaciones del mundo. Una matrícula de honor como promedio final es algo de lo que alegrarse. – dice él abrazándome.
Mi padre llega en ese momento y me abraza.
-          Felicidades preciosa. Un gran promedio para una gran hija. – dice mientras me abraza.
-          Gracias papá – le digo sinceramente. Lo de haber conseguido la matrícula de honor tiene una explicación que le daré más adelante.
-          ¡Lenita mía! – dice mi abuela interrumpiendo. – Estás preciosa. Ha sido una ceremonia preciosa. Aún recuerdo la graduación de tu madre, que también fue maravillosa. Pero la tuya es mejor – me guiña un ojo con una sonrisa cómplice – Y ese birrete te queda estupendo.
-          Tu abuela tiene razón mädchen, estás preciosa – me dice Greta abrazándome.
-          Muchas gracias Greta – le digo devolviéndole el abrazo. – No tenía ni idea de que ibais a venir a la graduación.
-          Mädchen, no nos perderíamos tu graduación por nada del mundo. ¿Verdad que no, Michelle?
-          Por supuesto. Lily nos llamó y nos pidió que no te contásemos nada para que fuese una sorpresa. – añade mi abuela.
-          Lena, han venido unas personas que quieren verte – interrumpe sonriendo mi padre en ese momento.
Me giro con la suficiente rapidez como para ver a dos rubias muy conocidas sonriendo de oreja a oreja.
-          ¡Tía Abbie! ¡Tía Erin! – exclamo mientras corro a abrazarlas.
Hacía casi un año que no veía ni a Abigail ni a Erin, las hermanas pequeñas de mi padre. La última vez que las vi fue cuando me fui de Nueva York para reunirme con mi madre en los Ángeles, el verano anterior a mi entrada en el internado.
Abigail y Erin siguen igual que siempre. Abbie tiene cincuenta y cuatro años, es rubia y alta, tiene los ojos grises y es arquitecta, como mi padre. Erin tiene cincuenta años, es también rubia y con ojos verdes como los míos. Es la única de la familia que no es arquitecta, sino que es organizadora de eventos. Ambas se parecen mucho a mi padre y son encantadoras.
-          Helena Williams. – dice Abbie sonriendo – Desde que no te veo te has convertido en toda una mujer.
-          En una mujer guapísima, diría yo – añade Erin con una sonrisa. – Estás preciosa cariño.
-          Me he llevado toda una sorpresa. Esto sí que no me lo esperaba. – les digo mientras las vuelvo a abrazar.
-          Cariño, no íbamos a perdernos esto. Ya no pudimos verte en Navidades y fue una pena. Así que hablamos con tu padre y hemos venido con él para darte una sorpresa. – empieza a contarme Abbie.
-          Y te hemos traído un regalo de graduación – termina Erin.
-          Erin, Abbie, no hacía falta que me regalaseis nada. Con veros aquí ya es suficiente.
-          De hecho, Lena, no te hemos comprado nada.
-          Cariño, las tías te han traído el mejor regalo que podrías querer. – dice mi madre con una gran sonrisa – Gírate.
Me giro y en cuanto lo hago, empiezo a llorar de la emoción. Mis primos mayores, Ethan y Derek, se acercan para abrazarme mientras yo les devuelvo el abrazo y sigo llorando como una niña pequeña. Esto sí que no me lo esperaba para nada.
-          Ey Lena, no llores cariño. Que se te corre todo el rímel y luego nos echas la culpa a nosotros – empieza a bromear Ethan, con lo que me río.
-          Sois idiotas. Mirad como me he puesto por vuestra culpa – les digo riendo y limpiándome las lágrimas con un pañuelo que me tiende Derek. – Y también sois unos mentirosos. La semana pasada me dijisteis que no podíais venir.
-          La tía Lil nos llamó para que viniésemos y nos pidió que no te contásemos nada para que fuese una sorpresa.
-          ¿Crees que nos perderíamos esto? – exclama Derek. – Aunque estés con el enemigo.
Río con la bromita de la rivalidad de mi antiguo colegio y el internado.
-          Reconoce que nuestras graduaciones son más bonitas. – le digo.
-          Vale, puede que en eso tengas razón. Pero eso no quita que estemos en territorio enemigo. Y por cierto pequeña, estás preciosa. – dice Ethan.
Ethan es aún más alto de lo que yo recordaba. Debe de medir más de 1,90, es rubio, tiene unos ojos azules preciosos y es guapísimo. Tiene 21 años, está estudiando dirección de empresas y economía en Yale, y es de los primeros de su curso. Siempre ha sido educado, correcto, responsable, cordial, un estudiante de matrícula de honor, un jugador de fútbol prometedor y un novio perfecto para Betty, la chica con la que lleva cuatro años y que, con toda probabilidad, se convertirá en la futura señora Manson.
-          ¿Y yo qué? ¿Acaso no lo estoy? – dice Derek haciéndose el ofendido.
-          Dek, ese traje te hace gordo. – bromea Ethan.
-          En el fondo tienes envidia de mi belleza y mi cuerpo de surfero – dice Dek con una sonrisita de suficiencia.
Ethan y yo nos miramos con resignación y reímos. Derek siempre ha sido así. Mientras que su primo Ethan siempre ha sido muy humilde con su aspecto, Derek Duquette siempre se anda pavoneando de su sex appeal. Derek siempre ha sido muy guapo, y él lo sabe, por eso no duda en utilizar eso para ligar con cualquier chica que se le cruce por delante. Derek es más bajo que Ethan, aunque también es rubio y de ojos claros, aunque los suyos son verdes como los míos. Derek tiene 19 años, está estudiando arquitectura en Yale (aunque no con tan buen promedio como el de Ethan) y se dedica a surfear en sus ratos libres. Aunque sea muy egocéntrico y esté enamorado de sí mismo, es buen chico y me adora. Tiene un sentido del humor genial y nunca te aburres con él. Lo considero mi primo favorito porque, aunque adore a Ethan, respeta demasiado las normas, cosa que Derek no hace.
-          Volviendo al tema Leni – empieza a decir Ethan interrumpiendo a Dek – estás preciosa y tienes un futuro excelente asegurado. ¿Has decidido ya lo que vas a hacer?
-          ¿Me guardáis un secreto? – les digo llevándolos aparte para que nadie de mi familia nos oiga.
-          No me digas que has decidido ser stripper – suelta Derek con una carcajada.
-          ¡Claro que no bruto! – le digo mientras le doy una colleja – No pienso pasarme el resto de mi vida bailando en una barra.
-          Piensa que tampoco lo harías toda tu vida. En cuanto empezaras a envejecer te despedirían. – completa él
Suelto un suspiro de resignación, con lo que Ethan se ríe.
-          Volviendo la conversación de adultos, ya sé lo que voy a estudiar.
-          ¿Bellas artes, quizás? – pregunta Dek poniéndose serio.
-          Arquitectura.
Los dos ponen una cara de asombro. No se lo esperaban.
-          ¿Y se lo has dicho a tu padre? – pregunta Ethan todavía asombrado.
-          Todavía no. Pero se lo diré en cuanto vuelva a la ciudad con él, antes de marcharme a Los Ángeles.
-          ¿Y cómo es que has decidido estudiar eso? Pensé que tu padre nos iba a esclavizar para que mantuviéramos a su princesita y que ella no tuviese que mover ni un dedo.
-          Ya sé que mi padre no quiere que estudie Arquitectura. Pero en un futuro me convertiré en la dueña de Industrias Williams, y no quiero que otros, aunque seáis vosotros, la controlen por mí. Quiero aprender todo lo que pueda sobre arquitectura y sobre cómo dirigir una empresa. Y quiero que vosotros me ayudéis a convencer a mi padre de que puedo con esto.
Ethan y Derek se lo piensan unos segundos antes de responder.
-          Lena, sabes que haríamos cualquier cosa por ti. – empieza a decir Ethan.
-          No vamos a dejarte tirada en esto. Tienes nuestro apoyo.
Corro a abrazarlos a los dos por su apoyo. Si ellos me apoyan, no tengo miedo de hablar con mi padre.
Oigo un carraspeo detrás de mí, y cuando me giro veo a Chris mirándonos con cara rara. Se le nota que está celoso a leguas. Me acerco hasta él y le beso.
-          Cariño – le digo cogiéndole de la mano – Ven, quiero presentarte a dos personas muy especiales para mí.
-          Lena, no me digas que son dos ex novios. – me responde Chris preocupado.
Suelto una carcajada y le aclaro rápidamente la situación.
-          Son mis primos, tonto.
Chris me sonríe aliviado, aunque se le borra la sonrisa en cuanto ve las miradas que le dedican tanto Ethan como Derek.
-          Así que tú eres el novio de Lena… – empieza a decir lentamente Ethan.
-          Christopher Schoomaker. Encantado de conoceros, aunque Lena nunca me ha hablado de vosotros. – les dice tendiéndoles una mano y sonriendo nervioso.
-          ¿Es cierto eso, Lena? ¿No has tenido la decencia de hablarle de tus maravillosos primos a este rubiales? – pregunta Derek haciéndose el indignado.
Lo miro mal. Los tres son rubios, así que no puede utilizar lo de ser rubio como algo despectivo.
-          Dek, si os hubiese hablado de Chris, os habríais presentado en segundos en el internado para hacer el papel de primos sobreprotectores, y eso no era algo que deseara ver.
-          Leni, eres nuestra prima pequeña, nuestra misión es protegerte de todo maleante que quiere aprovecharse de ti. – me responde él.
Ethan asiente y Chris se ríe. Ruedo los ojos y suelto un suspiro de resignación.
-          Chicos, madurad, Chris no tiene intenciones de aprovecharse de mí. ¿Verdad que no, Christopher?
-          Por supuesto que no – dice él convencido.
-          Y ahora es cuando sueltas el discursito de que vas a respetarla hasta el matrimonio y todas esas chorradas.
Los dos enrojecemos al instante, provocando que Ethan y Derek se den con la mano en la frente.
-          No tenéis opinión en este asunto. Ninguna. Así que ahorraos los comentarios de llegar pura al matrimonio y todo eso. Porque ninguno de vosotros lo ha respetado y yo no he dicho nada. Y ahora, ¿os vais a comportar como adultos de una vez?
-          De acuerdo – dicen Ethan y Dek a la vez.
-          Bien, pues yo necesito una copa. Urgentemente. – digo mirando alrededor para intentar localizar la mesa de las bebidas.
-          Voy a buscártela. – añade Chris rápidamente. Es evidente que quiere salir enseguida de ahí.
-          No Christopher, quédate un momento con nosotros. Queremos comentarte unas cosillas. – le pide Ethan en un tono normal, aunque sé que tiene un matiz amenazante.
Chris me mira con ojos suplicantes y yo río.
-          Prometedme que no le haréis nada ilegal.
-          Prometido – dice Derek haciendo juramento de meñique.
Salgo de allí y voy a la mesa lo más alejada posible de ellos. Es obvio que tanto Ethan como Dek le van a soltar a Chris el discurso de primo sobreprotector, y prefiero dejarles intimidad.
Cojo una copa de champagne de una mesa y la bebo lentamente en silencio. Dios, cómo la necesitaba.
-          Si quieres te invito a otra – dice un rubio que está a mi lado.
Me giro para mirarle y veo que tiene veintipocos años, el pelo rubio casi al cero como Justin Timberlake, y lleva camisa y vaqueros. Es guapo y, extrañamente, me recuerda a alguien, pero no logro identificar a quién.
-          Creo que con una ya es suficiente. Pero gracias.
-          De nada. Y por cierto, déjame decirte que no sé qué hace una chica tan bonita como tú sola.
-          ¿Y tú te llamas? – le pregunto curiosa. No todos los días te piropea un chico guapo.
-          Paul. Paul Schoomaker. Y tú eres Helena Williams, la novia de mi primo.
-          Me parece algo extraño que tú sepas quien soy y yo no sepa quién eres.
-          Es obvio que Christopher no te ha hablado de mí. Es natural sabiendo que no nos llevamos demasiado bien.
-          Ahora entiendo por qué no me ha hablado de ti.
-          Soy su primo mayor, el modelo de chico que desearía ser Christopher, pero al que no puede aspirar.
-          No te sigo.
-          Es simple. Chris quiere parecerse a mí, pero no puede. Soy mejor que él en muchos aspectos. Y por eso no entiendo qué hace una chica como tú con alguien cómo el.
Esto ya es demasiado, no quiero seguir oyendo cómo insulta a Chris.
-          Paul, creo que te has pasado, así que si no te importa, me voy. Creo que tengo mejores cosas que hacer que perder el tiempo contigo. Sobre todo teniendo al novio tan maravilloso que tengo.
-          Pierdes el tiempo Lena. Tarde o temprano se cansará de ti, como lo hizo de las otras. Y cuando pase eso, estaré disponible para ti.
Paul me sonríe pero yo no le devuelvo la sonrisa. Me marcho de allí deseando no volver a verlo en mi vida.
Encuentro a Chris cuando vuelvo a la mesa donde está mi familia, pero está hablando con mi padre. Mi padre, al verme, me hace señas con la mano para que me acerque.
-          Lena, Lena, Lena. No me habías dicho que tenías novio, cariño.
-          Se me olvidó comentarte ese pequeño detalle, papá.
-          Tu madre me dijo hace unos meses que estabas saliendo con un chico, pero no que la cosa fuera tan seria.
-          Vamos papá, seguro que no es para tanto.
-          Menos mal que tus primos me lo han dicho. Si llega a ser por ti, me entero el día de la boda.
Malditos Ethan y Derek. Esta me la van a pagar, eso está claro.
-          Por suerte para ti, pequeña, tu novio está a la altura de las circunstancias y está demostrando ser un perfecto caballero. Es un Schoomaker, al fin y al cabo.
-          ¿Me estás dando tu bendición, papá?
-          Digamos que sí. Pero más te vale cuidarla, chaval, porque si no te enfrentarás a las consecuencias.
-          Lo haré señor, la cuidaré.
Mi padre sonríe y se aleja con mis tías. Chris me sonríe:
-          Creo que ha ido bien – dice él.
-          Algún día tenía que pasar. Me alegro de que le hayas caído bien a mi padre.
-          No ha sido difícil. A los dos nos encanta el fútbol, así que era fácil sacarle el tema de conversación.
Sonrío y le beso.
-          Te quiero. Más de lo que haya querido a alguien nunca.
-          Entonces, ¿harías algo por mí?
-          Por supuesto.
-          Mi padre quiere conocerte.
-          Entonces vayamos a conocerle.
Chris me coge de la mano y me guía a una mesa cerca de la de mi familia. Veo cómo Beth Schoomaker sonríe cuando nos ve a los dos.
-          ¡Pero qué guapos estáis los dos! Dejad que os saque una foto juntos. Esto hay que recordarlo.
-          Mamá, no seas pesada. Llevas sacando fotos desde hace una hora.
-          Por dios Christopher, no seas quisquilloso. Sólo será una foto. Así que ponte ahí y sonríe.
Nos juntamos un poco más y sonreímos a la cámara. Beth asiente mientras mira cómo ha quedado la foto.
-          Guapísimos. Ha quedado preciosa.
-          ¿Otra vez con la cámara, Betty? – dice un hombre de cuarenta y tantos con un asombroso parecido a Chris.
-          No me culpes Charles. Es la graduación de mi hijo.
-          De acuerdo Betty, te dejo con tu cámara. – le dice dándole un beso.
De repente se fija en mí y sonríe.
-          Y supongo que tú debes de ser la famosa Lena de la que tanto habla Christopher.
-          Helena Williams, encantada.
-          Soy Charles Schoomaker, el padre de tu novio. Chris tiene razón, eres incluso más guapa en persona que en fotos.
-          Gracias señor – le digo mientras me sonrojo.
-          Por favor, llámame Charles. Si eres la novia de Chris, entonces nos tutearemos.
-          De acuerdo Charles – le digo mientras sonrío.
-          Venga Charles, ya la has conocido, así que déjame que les siga sacando fotos. Voy a hacer un álbum de la graduación.
-          Por favor mamá, no sigas con este suplicio.
-          Vamos chicos, aún tenemos que haceros fotos con el resto de vuestros amigos.
Chris suspira de resignación y yo suelto una carcajada. Al poco tiempo ya estamos sacándonos fotos con el resto de la pandilla, todos con los birretes puestos. Después, comienzo a sacarme fotos con toda mi familia.
Los echaba de menos, mucho de menos.  Pero me alegro de que hayan venido todos aquí hoy. Por primera vez en mucho tiempo, soy completamente feliz.

***
Chris P.O.V
-          Y dime, ¿has sido duros contigo? – le pregunta Johnny mientras paseamos por los terrenos un rato después, fuera de la carpa.
-          Digamos que me cortarán los huevos si le hago daño a su querida prima. Pero por lo demás, todo bien.
-          Entonces no hay nada de lo que preocuparse. Es normal que quieran amenazarte un poco. Fred lo hizo conmigo cuando se enteró de que estaba saliendo con Charlie. Aunque lo normal es que esa charla te la diera su padre.
-          De hecho, me la ha dado, pero Albert Williams ha sido bastante más ligero. No me ha amenazado con cortarme los huevos, así que vamos por buen camino.
-          Te ha dado fuerte con Lena, hermano.
Sonrío con su comentario.
-          ¿Y tú con Charlie qué? No me digas que no te ha dado fuerte.
-          Es distinto Chris. Piensa que conozco a Charlie desde hace años. Ha sido algo lento, que se ha ido formando poco a poco. Pero lo tuyo ha sido de repente. Has pasado de querer estar con todas las tías a querer estar con sólo una.
-          Tío, cuando la encuentras, no la dejas escapar ni de coña. Lena es… es única. Con ella me ocurre lo mismo que con vosotros, puedo ser yo mismo. No tengo que ser el pijo creído niño de papá que se cree el rey del internado.
-          Te has definido perfectamente.
Le doy un puñetazo suave en el estómago a Johnny, que hace que se queja del dolor. Pero debo darle la razón a Johnny. Yo era así antes, pero desde que ha llegado ella… todo es distinto. Y me gusta.
-          La echaré de menos cuando esté en Harvard… – le digo a Johnny después de un rato.
Johnny se queda pensativo y me mira con preocupación
-          ¿Estás pensando en dejar a Lena? – me pregunta – Sé que eres mi mejor amigo, pero ella es mi hermanastra. Me preocupa.
No te preocupes por eso Johnny.  – le digo mientras palpo la cajita que está en mi bolsillo – Todo lo contrario. Voy a pedirle que se case conmigo.



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