lunes, 7 de octubre de 2013

Capítulo 31: Sesenta segundos

Sesenta segundos

¿Conocéis esa sensación, cuando el tiempo pasa muy rápido e intentas atraparlo entre tus dedos, intentando retener ese instante un poco más? Pues yo me siento así.
Sin darme casi cuenta, habían pasado nueve meses desde que había llegado a St. Peter’s College. Nueve meses en los que había pasado de todo. Nueve meses que nunca olvidaría. Nueve meses que habían pasado como sesenta segundos.
Pero no sólo pasaba con este curso. En otros años, con la llegada del mes de junio, llegaban los exámenes finales, mi cumpleaños y el final de curso. Final de curso que para mí consistía en una gran fiesta con mis antiguos compañeros de St. Jude, y días después marcharme a pasar el verano en California.
Sin embargo, este año me siento nostálgica. No sé si es porque se termina un año memorable, por ser mi último año en la escuela, o porque definitivamente me estoy convirtiendo en una adulta.
Los días previos a la graduación habían pasado como un suspiro. Las clases ya habían terminado para los del último curso, por lo que nos pasábamos todo el día tomando el sol en los jardines del internado. Sin embargo, los días que en apariencia parecían tranquilos habían estado cargados de emociones: firmas en los anuarios, fotografías con los profesores, abrazos de despedida, menú especial en el comedor… La culminación de esa semana sería el baile de fin de curso y, por último, la graduación.
Esos días también habían servido como reconciliación. Jill había sido aceptada de nuevo  en la sociedad estudiantil, aunque con algunas reservas por parte de algún sector concreto del internado, como la pandilla de seguidoras de Blondie Fox. Jill le había pedido perdón a Blondie Fox, que se lo concedió de mala gana, aunque al final acabó admitiendo que le encantaba sentirse el centro del mundo.
Con respecto a Christian, aunque él se mantuvo algo alejado de Jill durante unos días, al final acabó perdonándola por todo lo que había publicado acerca de él en el boletín de Fionna Catchpole. Además, Christian está loco por Jill, por lo que el enfado no le habría durado mucho de todas maneras.
En mi pandilla hubo ciertas opiniones contradictorias. Johnny, Charlie, Kevin y Penny estaban a favor de perdonarla. Nat y Jerry tenían sus recelos, al igual que Chris. Mis amigos dijeron que la decisión dependía de Chris y de mí. Yo por mi parte la había perdonado, y al final Chris también lo hizo.
Y por fin llegó el día del baile.
Creo que existen tres días muy estresantes para cualquier chica: su primer beso, el día de su boda y el día del baile de graduación. Y como puede imaginarse, nuestra habitación es un completo caos. Ninguna encuentra nada de lo que tenía pensado utilizar, y el pánico reina en la habitación. Ninguna de las cuatro está maquillada, peinada o vestida. Pero lo peor no es eso. Lo peor es que quedan cuarenta minutos para reunirnos con los chicos.
-          ¡HELENA WILLIAMS! ¿DÓNDE HAS METIDO MIS MANOLOS?
-          Cálmate Nat, tus Manolos están debajo de tu cama. Donde han estado desde hace tres días. – le recuerdo mientras yo misma busco mis zapatos en mi armario.
Nat se agacha para ver si lo que le había dicho era cierto, y sonríe cuando localiza sus tacones.
-          ¿Sabías que te adoro y que en un futuro te contrataré para que seas mi asistente personal?
-          Lo sé, lo sé. – añado. Y de repente oímos un grito procedente del cuarto de baño – Venga, acompáñame al baño, vamos a ayudar a estas dos.
La que grita es Charlie, cómo no. Y está gritándole a Penny.
-          ¡Dijiste que querías sombras oscuras! – dice Penny con un hilo de voz.
-          ¡Penny, te dije sombras oscuras, no que pareciese una maldita vampiresa! – le vuelve a gritar Charlie.
-          ¡Las sombras oscuras son así idiota!
-          Calma, calma chicas – digo intentando mediar entre ellas.
-          ¡PAREZCO UNA MALDITA VAMPIRA! – me grita Charlie.
-          Pero puede solucionarse – dice Penny intentando calmarla.
La mirada de odio que Charlie le dedica no tiene precio.
-          Charlie, bórrate eso, ya te maquillo yo. Penny, a ti ya te maquilla Lena. – empieza a ordenar Nat, por lo que todas nos ponemos a la tarea.
Nat comienza a desmaquillar a Charlie, para después volver a comenzar el proceso. Yo por mi parte empiezo a maquillar a Penny en tonos suaves, ya que su vestido era rosa. A los diez minutos, tanto Nat como yo ya hemos acabado, así que nos toca maquillarnos a nosotras.
La parte del peinado es menos complicada y pasa de forma más tranquila. Nat, siguiendo el consejo de Mary, lleva un moño trenzado obra de Penny, a la que se le da mucho mejor peinar que maquillar; Charlie había decido recogerse el pelo en un moño bajo despeinado, que le queda de maravilla; Penny se había recogido el pelo con un semirrecogido, que aguantó con una hebilla de piedras rosas; y por último, yo me había hecho un moño para dejar a la vista la impresionante espalda de mi vestido.
Cuando terminamos, saco mi cámara y disparo a Nat, que me mira de forma sorprendida.
-          ¿Fotos? ¿Ahora?
-          ¿Por qué no? – le respondo disparando de nuevo.
Las chicas empiezan a posar y a poner morritos, mientras que yo sigo disparando sin parar. Luego Charlie me coge la cámara y empieza a sacarme fotos  como una loca. La mini sesión de fotos se ve interrumpida con la melodía de mi móvil. No me hace falta mirar la pantalla para saber quién es.
-          Williams al habla.
-          Lena, deja la cámara y venid al vestíbulo. Quedan diez minutos para que empiece el baile.
-          ¿Cómo sabías que estaría haciendo fotos?
-          Cariño, eres demasiado predecible en las fiestas. Date prisa.
-          Ya voy, ya voy. Pero no irás a desaparecer en el último momento, ¿verdad?
-          Claro que no. Te espero en las escaleras.
Y cuelga. Chris me conoce muy bien. Definitivamente, me conoce demasiado bien.
-          Chicas, nos vamos.
-          ¡Pues en marcha! – exclama Charlie.
Salimos de la habitación, pero no somos de las últimas. Muchas chicas se marchan en este momento, así que no me siento tan mal por llegar casi tarde.
La puerta del vestíbulo ya está abierta, y al atravesarla, me sorprende la cantidad de gente que ya hay allí. Miro hacia la escalinata, y allí, al pie de ella, están los chicos. Sonrío al verlos. Los cuatro van de esmoquin, Kevin de negro, Johnny de azul oscuro, Jerry de verde esmeralda y Chris de gris perla, con las pajaritas a juego.
Chris está guapísimo. Y tremendamente sexy con el esmoquin. Qué suerte tengo. Tengo un novio guapísimo y maravilloso. Chris se acerca a mí, mirándome de arriba abajo, sonriendo. Cuando estamos frente a frente, me doy cuenta de que con tacones sólo soy unos pocos centímetros más baja que él.
-          ¿Alguien te ha dicho hoy que estás preciosa?
-          ¿Sólo hoy? – le contesto coqueta.
-          Hoy y siempre. – responde besándome los nudillos.
-          Podríamos decir lo mismo de ti Schoomaker.
-          El más guapo hoy soy yo claramente. – dice Jerry interrumpiendo nuestra conversación. – Parejita, tenemos que entrar.
-          Espera Jerry – le contesta Chris sacando del bolsillo de su pantalón una caja.
-          Nosotros vamos entrando – añade Jerry despidiéndose.
-          ¿Qué tienes ahí? – le pregunto con curiosidad.
-          Un pequeño detalle para ti.
Chris abre la caja sacando un adorno floral a juego con el que llevaba prendido de la chaqueta. Peonías, mis favoritas.
-          Me había olvidado por completo. – confieso mientras me lo coloca en la muñeca.
-          Suerte que yo no. – dice tras un beso rápido mientras me tiende un brazo. – ¿Entramos señorita Williams?
-          De acuerdo señor Schoomaker. – respondo agarrándome a él.
Y entramos en el comedor. La primera parte del baile es la cena, que se celebra en el comedor, y la segunda parte, el baile en sí, se celebra en el salón de baile. Miro el mapa de mesas, a ver cuál nos habían asignado. Tras encontrarla, vamos hacia allí, donde ya nos espera el resto de la pandilla.
-          Al fin llegáis, me muero de hambre – dice Johnny.
-          Tú y todos – completa Kevin.
-          Sois un par de viejos cascarrabias – respondo mientras me acomodo en mi sitio. – Así no llegaréis a los cuarenta.
-          Me encantaría verte a los cuarenta. Serás una “señora de” ricachona inyectada en botox. – contesta Johnny a mi réplica.
Le saco la lengua en respuesta. Mi querido hermanito resulta irritante a veces.
-          Te olvidas de que será la presidenta de la asociación de protección de algún bicho en peligro de extinción de Australia. – añade Kevin.
El gemido de dolor por la colleja que le da Charlie no se hace esperar.
-          De todas maneras, querida hermanita, hoy tienes dieciocho años. Y debo decirte que estás muy guapa. – me contesta Johnny.
-          De hecho, está preciosa. – añade Chris. Qué pelota es cuando quiere.
-          Pelota – le dice Jerry tirándole un panecillo.
-          Dominado – bromea Kev tirándole otro.
Chris les tira panecillos a los dos, empezando una pequeña guerra de comida.
-          Chicos… ¿De verdad vais a empezar una guerra de comida en el baile de graduación? – empieza a reprenderles Penny.
-          Ya paramos Penny – le contesta Kevin dejando el panecillo en su plato.
Los chicos ahogan una risa, a lo que yo también me rio.
-          Y eso que yo era el dominado… – dice Chris por lo bajo.
Todos nos empezamos a reír, excepto Kev y Penny, que nos miran mal, por lo que aún seguimos riéndonos más.
A los pocos minutos llegan los últimos ocupantes de nuestra mesa, Christian Valley y Jill Blackstone. Ella va con un vestido verde esmeralda muy parecido al que llevaba Keira Knightley en “Expiación” y un moño bajo para que se le vea la espalda del vestido. Christian está muy guapo con el esmoquin, pero no tanto como Chris.
-          ¿Llegamos demasiado tarde? – pregunta Jill acomodándose entre Christian y Penny.
-          No demasiado – respondo mirando hacia la sala, todavía llenándose.
-          Menos mal – dice ella con un suspiro de alivio. – Mi compañera de habitación monopolizó el baño por completo, y no pude arreglarme hasta que ella salió.
-          Algo similar pasó en nuestra habitación – contesto con una sonrisa, mientras noto cómo Penny y Charlie me miran mal.
-          Mujeres – contesta Christian, a lo que asienten todos los chicos.
La sala termina de llenarse por completo y empiezan a salir camareros de la puerta de la cocina. El menú reposa encima de mi plato. Crema de guisantes, filet mignon con salsa de queso y arándanos, pastel de pescado con salsa de caviar, y de postre, tiramisú.
La cena transcurre entre risas. Me da pena pensar que ésta es la última cena que vamos a pasar todos juntos en el internado. Pero hay que disfrutarla al máximo.
Tras la cena, nos vamos de allí y nos dirigimos al salón de baile. Antes de entrar, hay una especie de cola para sacarse la típica foto de graduación en el photocall. Vamos hacia allí y uno por uno nos sacamos la foto con nuestra pareja. Cuando llega nuestro turno, Chris me abraza y ambos sonreímos a la cámara. Después, el fotógrafo que usa la polaroid nos tiende la fotografía y Chris se la guarda en el bolsillo de la chaqueta del esmoquin. Y por fin, entramos en el baile.
Ya es la segunda vez que íbamos allí, la primera vez había sido por la fiesta de Halloween. Pero, a diferencia de la fiesta de octubre, el salón está decorado de una manera completamente distinta. Los estudiantes junior se habían esmerado. Guirnaldas en color plateado colgaban de las paredes junto con globos del mismo color, mientras que del techo colgaban miles de adornos en forma de estrella. La luz tenue, la atmósfera de fiesta… Todo es perfecto.
-          ¿Bailas conmigo, señorita Williams?
-          Por supuesto, señor Schoomaker. – le sonrío.
Suena “I love it”, de Icona Pop. Todavía no es el turno de las canciones románticas, así que Chris y yo saltamos y bailamos, riéndonos como dos críos. Al poco se unen el resto a nosotros. Me encantaría atrapar este instante de felicidad en el tiempo, y que durase siempre. Es un momento perfecto.
Cuando la canción termina se para la música y sube Allie Rumsfeld al escenario. Lleva un vestido sencillo para dar el protagonismo al resto de las chicas de la sala. Da dos toquecitos al micrófono para hacerse oír.
-          Buenas noches chicos. Espero que lo estéis pasando bien. En estos momentos sigue abierta la votación para los reyes del baile, así que si aún no habéis votado, hacedlo antes de las once. A medianoche se anunciará el resultado de la votación y los ganadores harán el baile de honor. ¡Pasadlo bien!
La gente aplaude a Allie, que se marcha del escenario. Todos seguimos bailando sin parar. En un momento de descanso, Chris me acompaña a la barra donde sirven las bebidas. Supuestamente no podemos beber alcohol, pero hoy están haciendo la vista gorda, sobre todo los camareros.
Chris me pasa mi vodka con lima y toma un sorbo del suyo.
-          ¿A quién has votado? – le pregunto tras un sorbo. – Y no me digas que has votado a Blondie Fox y Brandon, o lo que es peor, a sus lacayas con sus respectivos novios…
-          De hecho, he votado a Nat y Jerry.
-          ¿Nat y Jerry? No sabía que se presentaban.
-          De hecho, ni ellos lo saben. Les hemos presentado a candidatos sin que se enteren.
-          Eres malo.
-          Para nada. Estoy deseando ver a Jerry con una corona de plástico. Será memorable.
Niego divertida. Ver a Chris con esa expresión de niño travieso me derrite.
-          ¿Y tú qué? ¿Has votado a Jill y Christian?
-          Les he ahorrado la humillación. He votado, al igual que tú, a unos candidatos que ni siquiera lo saben.
Chris alza una ceja y me mira expectante.
-          Sorpréndeme.
-          Charlie y Johnny. Va a ser divertido ver a Charlie con una corona. Eso sí que va a ser memorable. – Chris estalla en una carcajada, haciendo que yo también me ría.
-          Y eso que yo soy el malo. ¿Qué me dices de ti?
-          Vamos cariño, reconoce que va a ser genial. Imagínate la cara que pondrán como ganen.
-          Cierto. Debería haber votado a Charlie. Aunque habría preferido votarte a ti…
-          Chris, ya te dije que no quería ser reina. Ya lo fui en St. Jude y no quiero repetir la experiencia. Odio ser el centro de atención.
-          Es una pena. Me habría encantado empezar ese baile contigo.
-          Lo bailaremos igualmente. Quiero bailar una lenta contigo. Una canción que sea más romántica que “Love actually”.
-          O que “Will you still love me tomorrow”.
-          Tanto como esa. Pero lo importante es que quiero bailarla contigo. Todas las que nos pongan por delante.
Brindo con Chris y nos terminamos la copa de un trago. Chris me besa y me quita el vaso vacío de la mano, y me lleva de vuelta a la pista de baile junto con el resto de la pandilla.
Sé que han pasado horas, pero han pasado como si fueran un solo minuto. A medianoche, la música para y Allie sube al escenario con dos sobres en la mano. Los agita en el medio de chillidos histéricos de las chicas.
-          Buenas noches a todos. Como sabéis, ha llegado la hora. Después de haber contado los votos, ya puede decirse que St. Peter College tiene un nuevo rey y una nueva reina.
Los vítores y aplausos no se hacen esperar. Allie manda callar mientras sonríe.
-          Y bien, redoble de tambor. El rey del baile de este año es… – Allie rasga el sobre y saca la tarjeta de su interior – ¡John Morrison!
Todos empezamos a aplaudir y Johnny enrojece. Chris me sonríe divertido, y yo lo hago a su vez. Las chicas y yo animamos a Johnny coreando su nombre a que suba al escenario. Él lo hace y, cuando llega, Allie Rumsfeld le coloca una corona de plástico amarilla sobre la cabeza. Seguimos aplaudiendo hasta que Allie nos manda callar a todos.
-          Y ahora, el momento que todas estabais esperando. El momento de elegir a la reina del baile. Por un ajustado margen, la reina del baile de este año es… ¡Charlotte Hilton!
Charlie empalidece y nosotras coreamos su nombre para que vaya junto a Johnny. Ella nos dedica una mirada de odio antes de dirigirse al escenario, donde Johnny la espera con una sonrisa radiante. La corona que Allie le coloca en la cabeza a Charlie parece de princesa de cuento, y cuando lo hace, Charlie sonríe.
Seguimos aplaudiendo hasta que empiezan a sonar los primeros acordes de “Take my breath away”. Johnny guía a Charlie al centro de la pista y empiezan a bailar pegados, muy lentamente. A los pocos segundos, empiezan a unírseles parejas. Noto como Chris tira de mí para que vayamos a bailar.
Al llegar a la pista, coloco los brazos alrededor de su cuello, y él hace lo propio colocándolos en mi cintura. Empezamos a movernos al ritmo de la música, perdidos en nuestra propia ensoñación.
-          Quisiera recordar esto siempre. – le digo a Chris al oído.
-          Y yo. Tú y yo bailando en nuestro baile de fin de curso. Esto es algo que no se me olvidará fácilmente…
-          Te quiero, ¿lo sabes?
-          Lo sé, y yo también te quiero.
La canción acaba, y bailamos unas cuantas más hasta que saco a Chris de la pista de baile. Se me ha ocurrido una idea.
-          ¿No quieres seguir bailando? – me pregunta extrañado.
-          Creo que ya hemos bailado bastante por hoy. Además, me apetece dar un paseo contigo por ahí.
Nos escabullimos del baile y salimos al hall. La luz es tenue, y hay varias parejas haciéndose arrumacos en la escalinata. Chris me guía hacia el exterior y nos quedamos solos fuera.
-          Chris, ¿hay alguna manera de subir a la biblioteca sin que nos vean?
-          ¿A la biblioteca? ¿Por qué quieres ir a la biblioteca?
-          Tú hazme caso y vamos a la biblioteca. Pero no quiero que nos vean.
-          De acuerdo, de acuerdo. Podemos usar las de emergencia que hay en la parte trasera, así no nos verán.
Vamos caminando de la mano hacia la parte de atrás en silencio, pero no es un silencio incómodo. Es un silencio de expectación.
-          Me pregunto qué estarás planeando.
-          Lo sabrás en cuanto lleguemos allí. No seas impaciente. – le riño.
Empezamos a subir por la estrecha escalerilla. Yo voy delante sujetándome los bajos del vestido, y Chris me ayuda con la parte de atrás. Llegamos al segundo piso y empujamos la puerta con fuerza. Entramos en el silencioso pasillo y nos dirigimos a la puerta de la biblioteca.
-          Está cerrada con llave – comento mientras intento abrirla.
-          Nena, ya sabes que eso no es un problema.
Lo miro extrañada alzando una ceja.
-          Por si no lo recuerdas, la primera vez que te besé fue cuando nos colamos en la habitación de la Linton para robar un examen.
-          ¡Ah! – exclamo cuando me doy cuenta de a lo que se refiere. Le tiendo una horquilla para que fuerce la cerradura. Chris forcejea con la puerta unos instantes y se abre sola.
-          ¡Tachán! – grita divertido. Aplaudo y río a la vez.
Chris tira de mí hacia dentro y cierra la puerta a su paso. Vamos caminando lentamente hacia la parte de arriba.
-          Y ahora, ¿vas a contarme lo que planeas?
-          Cuando estábamos bailando, me acordé de un tópico sobre los bailes de fin de curso… – Chris alza una ceja y continúo. – Las chicas suelen perder la virginidad el día del baile.
-          Pero ese no es tu caso.
-          Imagínate que es así.
Chris me sonríe seductoramente, y se acerca más a mí, pero yo sigo hablando:
-          Pero me acordé de que ninguno de los dos iba a tener la habitación libre esta noche… Y como no podemos volver hasta las cinco a nuestras habitaciones, pensé en esto.
-          ¿Te parece un buen sitio?
-          Es perfecto. ¿Has leído “Expiación”? – le pregunto mientras me arrincona contra una de las estanterías.
-          He visto la peli. – dice mientras me empieza a besar el cuello.
-          Pues acuérdate de la escena de la biblioteca. Porque eso es exactamente lo que quiero hacer contigo – le digo antes de besarle yo.
Chris me besa lentamente mientras recorro con los dedos el camino que va desde su cuello hasta el nacimiento del pelo. Gime cuando tiro suavemente de él. Bajo las manos hasta encontrar la chaqueta de su esmoquin, que él me ayuda a desabrochar. Empiezo a desabrocharle uno por uno los botones de la camisa, para quitársela finalmente.
-          Creo que te sobra demasiada ropa ahora mismo. – le digo con tono coqueto.
Chris sonríe y acaricia mi muslo en la parte que deja al aire el vestido, y me va subiendo la falda lentamente. Empezamos a respirar más rápido.
-          Creo que a ti también te sobra ropa, nena.
Chris llega en ese momento al vértice de mis muslos y lo acaricia por encima de la tela lentamente, haciendo círculos. Siento como si fuera a morirme del placer de este momento. Chris me quita la ropa interior con cuidado, besando mi pierna mientras baja, y la deja caer al suelo.
-          Creo que esto tampoco te hace falta.
Me gira y empieza a besar mi espalda desde la nuca hasta donde empieza la tela del vestido, mientras sigue acariciando mi entrepierna. Baja la cremallera del vestido, que cae a mis pies. Chris sonríe cuando ve que no llevo sujetador.
-          Interesante elección – dice antes de acariciar mis pezones y tirar suavemente de ellos.
Me besa mientras sigue con su tarea de acariciarme los pechos, y yo sigo gimiendo de placer. Él insiste e introduce un dedo dentro de mí. Gimo aún más, mientras él sigue con su ritmo implacable. Llego al orgasmo mientras nos besamos. Mi respiración se va calmando mientras él sonríe complacido.
-          Cariño, veo que aún sigues vestido – le digo cuando consigo calmarme del todo.
Chris sonríe y yo dirijo las manos hacia su cinturón y se lo quito. Noto la dureza de su entrepierna por debajo de la tela de los pantalones. Chris se apresura a quitarse los pantalones, haciendo lo mismo con los slips.
-          Deberíamos solucionar esto – le digo mientras empiezo a acariciarle y a darle placer con la mano.
Chris gime mientras sigo con mi tarea. Su erección crece hasta un punto que me sorprendo.
-          Nena, si sigues así, esto va a acabar mucho antes de lo queremos.
-          ¿Y si quiero que sea así? – le digo con una sonrisa coqueta.
-          Aún queda la mejor parte. – dice apartando mi mano con delicadeza y besándome.
Me sigue besando cuando noto como entra en mí, y yo arqueo la espalda al sentirlo.
-          ¿Te gusta así? – pregunta entrando más hondo aún.
Jadeo como respuesta. Lo acerco aún más a mí para que siga.
-          Chris – jadeo.
-          Lena – me responde él, excitado.
-          Te amo.
Me besa y empezamos a movernos lentamente, sintiendo cómo se me clavan los lomos de los libros en la espalda. Voy haciendo círculos con la cadera mientras él gime.
-          Me vuelves loco. Dios Lena, me vuelves completamente loco.
Le muerdo el lóbulo de la oreja y después le beso. Primero lento, pero después el beso se vuelve más pasional, más profundo. Somos puro fuego ahora mismo.
Poco a poco, Chris va aumentando el ritmo de las embestidas, haciendo que ambos lo disfrutemos más, hasta que en un momento siento que llegamos al final.
-          ¡Chris! – grito mientras los dos llegamos al orgasmo juntos.
Pasan unos instantes, mientras ambos vamos recuperando el aliento.
-          Eso… ha sido… – intento decir, pero no puedo.
-          Increíble – termina él la frase por mí.
Sonreímos como dos críos y empezamos a reír.

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