viernes, 6 de julio de 2012

Capítulo 29: La petición de Blondie Fox


Al día siguiente, lo único que deseaba hacer en ese momento era morirme, resucitar y volver a morir otra vez. En serio, nunca volvería a beber tanto. Nunca. Lo peor de todo era que no me acordaba de nada de lo que había pasado a partir de que habíamos comprado los vestidos. Y eso era preocupante.
El ambiente que reinaba en esos momentos en la habitación era la imagen de nuestras respectivas resacas. Charlie estaba en la cama con un bote de pastillas al lado, Nat ni siquiera se levantaba y Penny se había encerrado en el baño. 
En definitiva, las cuatro estábamos para el arrastre. Pero lo que provocó un gemido colectivo fue que aporrearan a la puerta en ese momento, y que aparecieran nuestros cuatro novios en la habitación sin pedir permiso para entrar.
-          ¡Buenos días monadas! – gritó Jerry con su típica alegría mañanera.
-          ¡Muérete! – le gritamos Charlie y yo a la vez, sin salir de la cama.
-          ¡Buenos días cariño! – le contestó Nat levantándose de la cama, con un aparente perfecto estado.
-          Nat, ¿por qué tú estás fenomenal y nosotras estamos para el arrastre? – le pregunté al incorporarme, con ayuda de Chris.
-          Además de por el hecho de que soy novia de un irlandés...
-          Eso no cuenta. – cortó Charlie.
-          Pues resulta que ninguna de vosotras tres sabe aguantar el alcohol. – concluyó con una sonrisa triunfal.
Y era cierto. Nat era la que mejor aguantaba de nosotras cuatro.
-          ¿Cómo te encuentras? – me dijo Chris apartándome un mechón de la frente.
-          He estado mejor, créeme. Lo peor de todo es que no me acuerdo de nada. . admití.
-          ¿En serio no recuerdas nada? – me preguntó preocupado.
-          Lo último que recuerdo es que compramos los vestidos. ¿Tú sabes algo? – le pregunté.
-          Lena, fue Chris el que vino  a recogernos. – respondió Nat.
-          ¿En serio? – le pregunté.
-          Lena, prefiero no imaginarme lo que habría pasado si no hubiese llegado a tiempo. – me dijo.
-          Por favor, ahórrame los detalles de anoche. – le pedí, rezando para que no les hubiese contado nada a los chicos.
-          ¿Estás de broma Lena? – preguntó Johnny – Ni siquiera nos los ha contado a nosotros, y queremos saberlos.
-          ¡Detalles, detalles, detalles! – se pusieron a corear Kevin y Jerry.
-          De acuerdo, de acuerdo. Lo contaré todo. – dijo Chris, zafándose de los chicos, que se habían sentado a su lado, quitándome el sitio. – Pero será mejor que empecéis vosotras.
-          Pues nosotras nos fuimos de compras… - empezó Penny.
-          Penny, eso ya lo sabemos. – le cortó Kevin. – Cuenta los detalles interesantes.
-          Nos echaron de varias tiendas por el escándalo que estaba armando Nat. – dijo Charlie, mientras miraba mal a la rubia.
-          En mi defensa, quiero decir que al final acertamos con la boutique de Mary.
-          Vale, vale. Puede que acertáramos con la boutique de Mary. Pero eso no borra el hecho de que nos echaran de esas tiendas. – dijo Charlie.
-          Sabía que los vestidos que había en esas tiendas no os iban a gustar. Al fin y al cabo, son vestidos de centro comercial. Así que provoqué que nos echaran.
-          Nat, con haber sugerido visitar la tienda de Mary habría bastado. – le dije.
-          Puede, pero no nos lo habríamos pasado tan bien. – reconoció ella.
Vale, tenía que darle la razón en eso. El día de la prueba de los vestidos sería memorable.
-          Vale, repasemos. Os echaron de varias tiendas. – empezó a decir Kevin.
-          De tres, concretamente. – interrumpió Penny.
-          Corrijo, os echaron de tres tiendas. Fuisteis a la boutique de la tal Mary y…
-          Nos compramos los vestidos. – concluí.
-          Entonces, ¿cómo acabasteis tan borrachas? – preguntó Jerry.
-          A ver, nos compramos los vestidos por turnos, y mientras una estaba en el probador, las otras nos hartábamos de beber champagne y comer bombones. – admitió Charlie.
Los chicos soltaron un “Ahhhh” de comprensión a la vez.
-          Y como cuando terminamos ya era algo tarde, pero no lo suficiente como para volver al internado… – empecé.
-          Y llevábamos varias copas encima… – continuó Charlie.
-          Nos fuimos a celebrar que ya teníamos nuestros vestidos de graduación… – siguió Penny.
-          Y a seguir bebiendo champagne… – admitió Nat entre risas.
-          Y así fue como las encontré. En un bar con temática de los años 80, bailando como en una despedida de soltera. – terminó Chris.
-          ¿Sólo eso? – preguntó Johnny.
-          Lo mejor fue lo del coche. Ahora me hace gracia, pero ayer no.
-          ¿Qué pasó en el coche, Chris? – le pregunté con tono de preocupación.
-          Cuando os vi, pensé que la única que estaba borracha era Nat, pero cuando se pusieron a imitar a Christina Aguilera y Charlie sacó una botella de champagne que habían robado del bolso, supe que el único sobrio del coche era yo.
Me quedé en silencio, avergonzada, intentando imitar la postura del avestruz cuando quiere esconderse, enterrando la cabeza en la tierra. Solo que yo escondí la cabeza entre mis piernas.
-          ¿De verdad robamos una botella de champagne? – pregunté.
-          En realidad fue Charlie. – dijo Nat.
-          Guau. Soy una ladrona. – respondió Charlie sin creérselo demasiado.
-          Pues tampoco es para tanto – dijo Jerry. – Me esperaba que hubiesen hecho un striptease en el bar, o algo así… ¡Ay! ¿Por qué habéis hecho eso? – preguntó él después de que Penny y Charlie le pegaran dos collejas.
-          ¡Por idiota! – le gritaron las dos, provocando las risas de los demás.
-          De todas maneras, cuando llegasteis a la habitación, todavía queríais continuar la fiesta, animadas por Jerry.
Todas miramos mal a Jerry, que inmediatamente se puso detrás de Kevin para protegerse.
-          Las que queríais ir de fiesta erais vosotras, y a mí también me apetecía.
-          En fin, nunca cambiará – dijo Nat algo pesarosa.
-          De todas maneras, Lena también quería continuar con la fiesta. – añadió Chris.
-          ¿En serio? – pregunté.
-          Pero en privado cariño. – me respondió.
Todos se empezaron a reír de mí, provocando que me pusiera roja.
-          No vuelvo a beber alcohol. – prometí.
-          Eso no te lo crees ni tú – dijo Nat riéndose.
-          Vale, rectifico: no volveré a pasarme con el alcohol.
-          Lo único que saco en conclusión de todo esto es que se confirma mi teoría – dijo Jerry algo pensativo.
-          ¿De qué teoría hablas, cariño?
-          La que afirma que desde que Chris está con Lena, está más atontado que de costumbre.
-          ¿Y eso por qué? – le preguntó Chris.
-          Pongamos un ejemplo: si Nat me viniese a ofrecer sexo, aunque estuviese borracha, lo aceptaría. ¿Vosotros no haríais lo mismo?
-          ¡NO! – le contestamos todos a la vez.
-          Déjalos cariño, aquí todos son unos caballeros – le contestó Nat.
-          En fin, a lo que íbamos… - empezó a decir Charlie, pero la interrumpió el sonido del móvil de Nat.
-          Esperad, tengo que contestar – dijo la rubia yendo a un lado de la habitación.
Todos estábamos en silencio, oyendo sólo las respuestas de Nat, que consistían en unos cuantos “sí” y “ajá”.
-          De acuerdo, déjanos media hora y ya bajamos. Hasta ahora. – dijo Nat despidiéndose.
-          ¿Quién era Nat? – le preguntó Charlie.
-          Kelly Preston.
-          ¿La lacaya de Blondie Fox? – preguntó Jerry.
-          Exacto. Me llamaba para decirme que Blondie Fox solicita audiencia contigo, Lena.
-          ¿Conmigo? ¿Y eso por qué? – le pregunté.
-          Eres la reina del internado. Y solicita audiencia porque quiere que soluciones algo.
-          ¿El qué?
-          No me lo ha dicho, pero creo que es importante. Además, Kelly me ha dicho que están el resto de las chicas del internado en la sala común.
-          Entonces sí que es importante. – añadió Penny con algo de preocupación.
-          Pues allá vamos – dije.
Durante la siguiente media hora procedimos a adecentarnos. Para no ir demasiado arreglada pero ir mona, me puse mis vaqueros preferidos, una blusa de gasa en color negro y mis bailarinas favoritas, unas negras con tachuelas doradas.
Al bajar a la sala común, vimos que estaba llena. Todo el personal femenino del internado se encontraba allí sentado, ya que la sala era lo bastante grande para que cupiésemos todas. Las chicas se sentaron a mi lado, y yo me senté en un taburete alto, esperando a que se acercase Blondie Fox.
Blondie Fox estaba irreconocible. Yo siempre la había visto arreglada, y ahora que la veía en vaqueros y sudadera grande, me chocaba. Se paró frente a mí y empezó a hablar:
-          En circunstancias normales te ignoraría, ya que me has robado el puesto y el novio. Pero no estoy aquí por eso – añadió rápidamente al ver que iba a protestar – Estoy aquí por otra cosa.
-          Habla Barbara. Todas te escuchamos.
-          Estoy embarazada.
-          ¿QUÉEEEEE? – gritamos las chicas y yo a la vez.
-          ¿No lo sabías? – me preguntó.
-          Para nada. Me acabo de enterar.
-          Pues ya lo sabe todo el internado. Y se supone que era un secreto.
-          ¿Y cómo se han enterado? – le pregunté.
-          Estaba en mi habitación con Katy y Kelly, y les estaba contando la noticia, cuando de repente oí que alguien cerraba la puerta de la habitación de repente, ya que estaba entreabierta. Ese alguien debió de oír toda la conversación, y debió de mandarle un correo a Fionna Catchpole, o puede que fuese la propia Fionna Catchpole quien lo oyera.
-          ¿Y qué quieres que haga, Barbara?
-          Quiero que descubras quién es Fionna Catchpole.
Se oyeron grititos de sorpresa por toda la sala. ¿En serio pretendía Blondie Fox que yo averiguase quién era la misteriosa Fionna Catchpole?
-          Barbara, lo que me estás pidiendo es imposible.
-          Antes era imposible, porque Fionna publicaba su boletín en papel, pero ahora que lo hace por internet, es mucho más fácil.
-          Y todas queremos saber quién es Fionna – contestó una alumna que debía de tener dos años menos que yo. – Ha publicado cosas que han hecho daño a la gente. Incluso ha provocado cosas sobre ti. – me dijo.
Y era cierto. Lo último que había publicado y que me había hecho daño de verdad había sido la noticia que insinuaba que yo estaba liada con Fred Hilton.
-          Vale, tienes razón…
-          Valery, me llamo Valery.
-          Pues Valery, tengo que darte la razón. He tenido algunos problemas por las cosas que ha escrito Fionna, pero yo no quiero vengarme.
-          Pero el resto del internado sí – contestó Valery, provocando el asentimiento general.
-          Valery, frente a los rumores hay que decir la verdad. Si cada una de las que estamos aquí no nos escondiéramos de las opiniones del resto de la gente, sino que les plantáramos cara, al resto de la gente no le importaría nuestra vida. Y eso es lo que hay que hacer. Si cada una de las que estamos aquí ignora lo que escribe Fionna sobre ella, provocaría que Fionna se cansase y dejase de escribir.
Mis palabras provocaron el asentimiento general.
-          Si no hay nada más que contar, se acaba aquí la reunión.
Blondie Fox se marchó de la sala común indignada. Como todo el mundo guardaba silencio, decidí que la reunión había terminado. Me levanté del taburete y mis amigas me siguieron. Pero, al pasar por delante del baño del pasillo, tuve una corazonada.
-          Esperadme arriba, tengo que ir al baño un momento.
Una vez que perdí de vista a las chicas, me metí en el baño, donde me encontré frente a frente con Blondie Fox, que lloraba sentada en el suelo.
-          Barbara… – empecé.
-          Si vas a reírte de mí como hace el resto del internado, vete. Ya tengo suficiente con las burlas de los demás como para soportar las tuyas. – me contestó ella llorando.
-          Barbara, no he venido aquí para burlarme de ti.
-          ¡Pues todo el mundo lo hace! Mirad a Barbie Clarkson, la que fue la reina del internado, y ahora será la próxima madre adolescente del internado. – dijo ella llorando con más fuerza, por lo que esperé a que se calmase para contestar.
-          Barbara, sigues siendo la misma persona. Lo único que cambia es que dentro de unos meses tendrás un bebé. Vengo a ayudarte.
-          Lo único a lo que vienes es a compadecerte de mí.
-          No vengo a eso.
-          Déjame en paz. No vas a averiguar quién es Fionna, así que vete.
-          Voy a ayudarte a descubrir la verdadera identidad de Fionna.
-          ¿Es en serio? – preguntó ella, sin creérselo demasiado.
-          Claro que sí, yo también tengo curiosidad por saber quién es la famosa Fionna Catchpole.
-          ¿Y cómo lo vas a conseguir?
-          Eso corre de mi cuenta.
***

-          ¡¿QUÉEEEEEEEEEE?! – gritó Nat cuando solté la noticia bomba.
-          Lo que has oído. – respondió Charlie con ironía.
-          ¡No, definitivamente me niego! – continuó Nat a lo suyo.
-          Pero Nat… – empecé.
-          Lena, si digo que no es que no.
-          Sólo reconsidéralo por un momento.
-          Está bien Lena, voy a reconsiderar la situación: me estás pidiendo que ayude a una zorra que se acostó con tu novio…
-          Todavía no era mi novio. – le dije interrumpiéndola.
-          Como sea. Te recuerdo que te declaró la guerra el primer día que pisaste el internado.
-          ¿Y qué? No puedo odiarla siempre. Además, está embarazada. A mí me da pena.
-          Lena, quita el hecho de que está embarazada. – añadió Nat. – Yo también lo estuve y nadie me ayudó.
-          Pero tú no vas a ser madre adolescente, y podrás ir a la Universidad y todo eso. Ella no.
Nat calló ante mis palabras. Todavía le dolía el recuerdo de su embarazo, no le gustaba hablar de ese tema.
-          Nat, sólo imagina por un momento que lo que le está pasando a Blondie Fox te hubiese pasado a ti. – empecé a decirle.
-          Es el mismo caso. – dijo ella con resentimiento.
-          No Nat, esto es diferente, completamente diferente. – le contestó Charlie.
-          Todo el mundo se burla de ella ahora, y nadie la apoya, ni siquiera sus lacayas... – le empezó a decir Penny. – Tú nos tenías a nosotras. Y a Jerry, que reconoció al bebé, te prometió que iba a estar contigo, y te apoyó en todo.
-          Jerry ha sido quien me ayudó a superar todo. Al fin y al cabo, también era su hijo. – admitió Nat.
-          Pues ya me gustaría saber si Brandon Jeffries apoya a Blondie Fox de la misma manera que Jerry lo hizo contigo. – le respondió Penny.
-          Quién sabe… – dijo Charlie.
-          Pues por eso deberíamos ayudar a Blondie Fox. – añadí.
Nat me miró pensativa durante unos segundos, para contestar:
-          De acuerdo, ayudaré a Blondie Fox.
-          ¡Bien! – grité, al mismo tiempo que la abrazaba.
-          Pero una vez que esto acabe, no pienso hablar con ella.
-          Eso ya es cosa tuya. – le dije. – Por cierto, ¿se te ocurre algo para descubrir a Fionna?
-          Tengo algo en mente. Pero necesito que esté presente todo el internado.
-          ¿Qué os parece si lo hacemos en una fiesta? – sugirió Penny.
-          ¿Y en cuál? – preguntó Charlie.
-          ¿La graduación? – sugirió Nat esta vez.
-          No, la ceremonia de la graduación es sagrada. Además, es nuestra graduación. Si fuera la de otros, pues la sabotearíamos, pero siendo la nuestra, pues no. – contesté.
-          ¿Y el baile de graduación? – dijo Charlie.
-          Más de lo mismo. Además, tendría que ser en una fiesta donde no hubiera profesores. Por lo menos para poder hacer lo que tengo en mente. – explicó Nat.
-          ¿Y si lo hacemos en cualquier fiesta en el gimnasio? – sugerí.
-          ¿Y qué tal en tu fiesta de cumpleaños?
-          Charlie, ¿de qué fiesta de cumpleaños hablas?
-          De la tuya tonta.
-          Charlie, me acabo de enterar de que tengo una fiesta de cumpleaños.
-          Normal, se me acaba de ocurrir. – admitió ella encogiéndose de hombros – Pero reconoce que es una buena idea.
-          Lo es – dijeron Nat y Penny a la vez.
Tendrás la mejor fiesta de cumpleaños que se recuerde en el internado. Porque, créeme, esta fiesta será recordada durante muchos años.