miércoles, 21 de marzo de 2012

Capítulo 26: Tú a Harvard y yo a Yale


Definitivamente, Chris estaba muy celoso. Demasiado celoso. Por mucho que yo le había asegurado a su vuelta de Washington que Fred y yo no teníamos nada, Chris no se lo terminaba de creer del todo. Y eso lo demostró perfectamente el día de San Patricio.
Mi querido amigo Jerry, como buen irlandés que era, celebraba tres fechas al año con especial emoción: el día de San Patricio, el Bloomsday y el día que se había declarado que Irlanda era una república. En esas fechas tan señaladas, Jerry intentaba contagiarnos su espíritu irlandés y que nos hiciésemos irlandeses por un día. En tales fechas, Jerry se enfundaba en su esmoquin verde y proclamaba que tal o cual día era fiesta. Y por supuesto, organizaba unas fiestas absolutamente geniales, cuya condición para asistir era vestirse de verde.
El día predilecto de Jerry era San Patricio, y la fiesta que Jerry organizaba ese día era memorable, según me habían contado las chicas. Y por eso, esa misma noche habría una.
Pero antes de la fiesta, perspectiva por la que estaba muy emocionada, tenía que asistir a las reuniones que tendría con los rectores de las universidades más famosas de USA, que visitarían St. Peter College ese mismo día.
Tal y como me había contado Nat, cada año, los rectores de las universidades más importantes del país eran invitados al internado para la famosa semana universitaria, semana en la que, después de hablar con los rectores, los alumnos Senior enviaban sus solicitudes para entrar en las universidades.
Y allí me encontraba yo, esperando en la biblioteca junto con mis amigos mientras que no me tocaba ir a la entrevista con el rector de Yale. La biblioteca se encontraba llena en esos momentos, y no precisamente de gente que quería estudiar, sino que estaba llena de alumnos Sénior, que habían convertido la biblioteca en una cafetería improvisada, y de alumnos de cursos inferiores que venían a ver cómo era el procedimiento de admisión de las universidades.
- Nat, por favor, pásame la solitud para Harvard – le pidió Charlie a la rubia, que era la que se encontraba más cerca del montón de papeles que habíamos juntado entre todos.
- ¿Harvard? – le preguntó Johnny extrañado.
- Tienen la mejor facultad de Derecho del país. – explicó ella cogiendo la solicitud que le tendía Nat.
- De todas maneras, no te pega Harvard. – le dijo su novio. – Es para niños ricos mimados.
Chris le pegó una colleja a Johnny, que se llevó la mano a la nuca con gesto de dolor.
- Tampoco hacía falta pegar tan fuerte Schoomaker. Sabes que lo que digo es cierto.
- Y tú ya sabes que quiero ir a Harvard desde que tengo consciencia. – replicó Chris con una sonrisa burlona.
Johnny giró los ojos, lo que provocó risa colectiva.
- Johnny, ahora sí que tengo motivos para no ir a visitarte a Princeton. – le dijo mi novio.
- No sé que tienes en contra de Princeton. Es una universidad excelente.
- Está en Nueva Jersey. – añadí yo con un bufido.
- ¿Lo ves Johnny? Existe alguien que me apoya.
- Lena no cuenta. – dijo Kevin.
- ¿Y eso por qué? – pregunté.
- Lena, tú eres neoyorkina. Tu opinión sobre Nueva Jersey siempre será mala.
- Eso es mentira. – repliqué.
- ¡Pero si acabas de decir que Princeton es mala porque está en Nueva Jersey! – gritó Johnny exasperado.
- Johnny, reconoce que Nueva Jersey es horrible. Lo único que tiene de bueno es Princeton.
- ¿Y qué me dices de Salem?
- Johnny, Salem no es nada bueno. Allí se quemaron a mujeres inocentes. – repliqué.
- Bueno, vale, ese no es el mejor ejemplo. Pero en Nueva Jersey nació Bruce Springsteen. – dijo él en un último intento para explicar por qué Nueva Jersey era un buen sitio.
- Vale, eso es lo bueno. – admitió Kev.
- ¿Y si seguimos con las solicitudes? Tengo hambre. – replicó Jerry.
- Por dios Jerry, no seas tan bruto.
- Nat, mi estómago está rugiendo y todavía no he terminado de rellenar la solicitud. – dijo el irlandés volviendo a su tarea.
- De acuerdo, de acuerdo. Veamos, ¿quién quiere irse a Harvard con Chris y Charlie? – preguntó Nat.
- No es seguro que yo vaya. Mi primera opción es Dartmouth. – especificó Charlie.
- Y nadie de aquí quiere irse allí. – completé yo.
- ¿En serio? – preguntó Chris – ¿Y dónde queréis estudiar?
- ¡Columbia! – gritó Nat.
- Y me imagino que Jerry irá contigo. – le confesó Penny.
- Yo iré a la universidad de Chicago. – admitió Jerry.
- Pensaba que querías ir a Oxford. – le dijo Nat.
- Eso era antes Weston. No querrás que estemos con un océano de por medio.
Nat se lo pensó por un momento, y luego, sonriendo, le contestó a Jerry.
- Gracias por pensar en ello – le agradeció ella.
- Por lo menos vosotros estaréis cerca. Charlie estará en Dartmouth y Johnny en Princeton, o sea, a cinco horas. – exclamó Penny.
- Y nosotros estaremos aún más lejos, cariño. – le recordó su novio algo resignado.
- Venga chicos que tampoco estaréis tan lejos. – dije para animarlos.
- Michigan y Stanford están a un día y medio de distancia.
- Guau – dije impresionada.
- ¿Y tu qué, Lena? No has dicho nada. – me preguntó Penny.
- Quiero ir a Yale – afirmé.
- ¿Yale? – preguntó Chris extrañado.
- Nunca me lo habías preguntado.
- ¿Y por qué quieres ir allí?
- Mi padre fue a Yale, y desde que era niña siempre quise ir allí. Además, tú ya sabes el prestigio que tiene.
- Pensé que querrías venir a Harvard conmigo.
La puerta de la biblioteca se abrió, interrumpiendo nuestra conversación u dejando paso al director Rumsfeld, que llamó la atención de todos.
- Señores, señoritas, presten atención. Nombraré por orden alfabético de apellidos a los alumnos de último curso. Una vez que los nombre, vayan a los listados generales a consultar en qué despacho estarán los rectores con los que quieran hablar. Los alumnos que irán son: Jillian Blackstone, Hector Brown, Barbara Clarkson, Benjamin Collins, Katy Colum, David Flint, Charlotte Hilton, Brandon Jeffries, Peter MacDonald, Gerald MacKenzie, Chase Matthews, John Morrison, Yuki Onari, Julian Parker, Alan Perkins, Kayla Phillips, Penelope Picard, Kelly Preston, Kevin Rumsfeld, Christopher Schoomaker, Alice Stevens, Janet Stuart, Janice Stuart, Gregory Tate, Natalie Weston y Helena Williams.
Los primeros de la lista se pusieron en pie, y yo me quedé en mi sitio con Chris, que se ofreció a esperar conmigo mientras que el resto de la pandilla bajaba a la cafetería a por más cafés.
- Lena, ¿por qué no me contaste lo de que querías ir a Yale?
- Pensé que lo sabías.
- Yo pensé que querrías venir conmigo a Harvard.
- Chris, Harvard nunca me ha gustado demasiado. Además, nunca me pediste que fuera a Harvard contigo.
- ¿Era necesario hacerlo?
- Claro que sí Chris. Si quieres que hagamos planes de futuro juntos, tienes que avisarme. El hecho de que ni siquiera te hayas interesado por mi futuro académico me preocupa.
- Lena, te repito que pensaba que vendrías a Harvard, a estudiar al Business School.
- Iré al Business School, pero al de Yale.
- ¿No hay nada que te haga cambiar de opinión? – me preguntó él como último intento.
- Sabes que es muy difícil hacerme cambiar de opinión – le contesté con una sonrisa algo triste.
- De aquí a junio conseguiré que cambies de opinión. – me aseguró.
- De todas maneras, estaremos como a dos horas y media de distancia. Tampoco es tanto.
- Sobre todo si lo comparas con la distancia que van a tener Penny y Kev entre ellos.
- ¿Crees que seguirán juntos? – le pregunté algo preocupada por el futuro sentimental de mis dos amigos.
- ¡Claro que sí! Kev es un romántico, y conducirá durante dos días solo para ver a Penny.
- Y Penny hará lo mismo. – le contesté.
- Entonces durarán. No te preocupes por eso ahora. Preocúpate ahora por causar buena impresión al rector. – me dijo tomándome de la mano por encima de la mesa.
- Créeme, lo intentaré.

Fred Hilton
Me encontraba en la sala de profesores, tomando un café mientras hojeaba el periódico del día. A esa hora tendría clase con los del último curso, pero con la llegada de los rectores universitarios, la clase se había cancelado. En la sala también estaba Allie Rumsfeld, Margaret Linton, Clive O’Neal, mi ex profesor de biología y Patrice Callahan, la profesora de teatro.
Yo ya conocía a Pat del internado. Yo tenía cuatro años menos que ella, por lo que yo aún seguía en el internado cuando ella se graduó. Al volver al internado, habíamos empezado a ser amigos. Sabía perfectamente que Pat quería algo más, pero mi objetivo era Lena Williams.
- Fred, ¿qué planes tienes para hoy? – me preguntó Pat mirando el periódico por encima de mi hombro.
- La verdad es que no tenía ninguno – confesé mientras pasaba a la sección de deportes.
- Entonces estamos sin plan – dijo ella con un largo suspiro.
- Patrice, creo que hoy te toca hacer guardia conmigo. – le dijo Margaret.
- ¿En serio? Ni me acordaba.
- Si quieres puedo cambiarle el turno a Margaret para que no te aburras en el día de tu santo.
- ¿De verdad, Fred? Mira que es tu noche libre. – me dijo Margaret.
- No te preocupes Margaret, Pat y yo teníamos pensado salir en San Patricio, pero como a ella le toca guardia, me quedo con ella en el colegio.
- ¿No te importa?
- De verdad que no. Será como otra noche cualquiera. – le aseguré.
Realmente no me apetecía estar con Patrice esa noche, pero esta era mi oportunidad para colarme en la fiesta que harían los alumnos. Charlie me había hablado miles de veces de las fiestas que organizaba Jerry MacKenzie en fechas irlandesas importantes. Si iba a la fiesta, sorprendería a Lena y la convencería para que se olvidase de una vez por todas a Christopher Schoomaker. Sí, desde luego esta iba a ser una gran noche.


Lena Williams

- Helena Williams. – dijo el director Rumsfeld para llamarme.
Era la última persona a la que le tocaba hablar con el rector. Al tocarme en ese lugar, contaba con la desventaja de que mi entrevista tendría que ser excelente, y me tocaría impresionar al rector con mis opiniones. La ventaja de todo esto era que, si hacía una entrevista micho mejor de la que habían realizado mis compañeros, mi matrícula en Yale estaría asegurada.
Antes de entrar, me arreglé el pelo lo mejor que pude y entré en el despacho. Sentado en la silla principal estaba Joham Friedrich, el rector de Yale. Era un hombre de que aparentaba casi sesenta años, con el pelo ya blanco, pero muy peinado. Vestía de manera impecable y saltaba a la vista que era un hombre culto.
- La señorita Williams, me imagino.
- No se equivoca.
- Encantado de conocerla señorita. Soy el rector Friedrich. Siéntese por favor.
Me senté, algo nerviosa.
- Me han hablado mucho de usted.
- Espero que hayan sido cosas buenas.
- Excelentes diría yo. Su promedio en el internado es asombroso, y en su anterior colegio, el St. Jude, más de lo mismo.
- Siempre me ha gustado el colegio, sobretodo aprender cosas nuevas.
- ¿Y no tiene otras aficiones?
- Por supuesto. Me encanta leer, pero también socializar.
- ¿Cree que podría hacer todo eso en Yale?
- Por supuesto que sí – le respondí con una sonrisa.
La entrevista siguió un rato más. Después de tratar varios temas de la actualidad, la entrevista concluyó. Al acabar, tenía la absoluta certeza de que mi plaza en Yale estaba asegurada.
***
Horas más tarde, me encontraba en la fiesta de San Patricio junto con la pandilla y medio internado. Los chicos llevaban esmóquines verdes, mientras que las chicas llevábamos todas las variedades existentes de vestidos verdes. Yo llevaba un vestido verde irlandés palabra de honor, y un semi recogido, adornado con un broche de tréboles.
La fiesta era un completo caos a esas horas. Bastante gente se había pasado un poco con las cervezas Guinness, entre ellos varios de mis amigos. Las chicas que mejor estábamos éramos Penny y yo, porque Charlie y Nat ya estaban bailando sin control.
Estaba bailando con Penny cuando alguien me tocó el hombro para llamarme. Para mi desgracia, no era mi novio, sino Fred.
- Lena, ¿podríamos hablar un momento?
- Claro. ¿De qué quieres hablar? – le contesté sin moverme de mi sitio.
- Preferiría que fuera a solas.
Hice el amago de irme, pero Penny me lo impidió agarrándome del brazo.
- Lena, por favor, no vayas con él – me pidió ella.
- El hecho de que Lena y yo hablemos no es algo que te incumba, Penelope.
Penny le echó una mirada furiosa, y yo intenté mediar.
- Solo será un momento. – le aseguré.
Penny me miró no muy convencida, pero asintió en silencio. Necesitaba aclararle a Fred mi situación sentimental actual, y pedirle por enésima vez que no intentase tener algo conmigo.
Fred y yo fuimos hasta la entrada, donde no había nadie porque todo el mundo estaba bailando en esos momentos.
- Bien, ¿de qué querías hablar?
- Mira Lena, ya sé que no te ha gustado nada que haya venido hoy aquí...
- Sigo sin entender qué haces aquí. O por qué quieres hablar conmigo a solas.
- ¿Por qué no lo entiendes? Es muy simple.
Le miré todavía sin comprender.
- El hecho es, Lena, que desde que llegué al internado no dejo de pensar en ti. Me gustas. Y mucho.
- Fred... No es tan fácil… – le respondí yo, todavía sin sabes qué decir.
- Y sinceramente, el hecho de que tengas novio me importa una mierda.
- Quiero a Chris. – le dije totalmente convencida.
- ¿Y qué? Ya te he dicho que no me importa.
- ¡Pero a mí sí que me importa! – le grité.
Pero en ese momento Fred me cogió de la cara y besó con fuerza. Antes de que él pudiera seguir, le pegué un bofetón con todas mis fuerzas.
- ¿Por qué has hecho eso? – me preguntó él.
- Creo que ya te ha dicho lo que opina de ti. - le contestó una voz que conocía demasiado bien.
- No has dejado que Lena responda, Schoomaker.
- No hace falta que lo haga. Ya lo he hecho yo por ella.
Chris se fue acercando a Fred, con claras intenciones de pegarle, pero yo lo impedí poniéndome en el medio.
- Lena, apártate, esto es entre Fred y yo. – me pidió Chris sin dejar de mirar de forma amenazadora a Fred.
- No – le respondí con un tono que no admitía réplica.
- Lena... – me pidió otra vez Chris, con un tono menos amenazador.
- Si te peleas con Fred, lo único que conseguirás será que te expulsen. Y ya sabes que no quiero que pase eso.
- Eso, hazle caso a tu novia Schoomaker. – le dijo Fred a Chris con un tono burlón.
- En cuanto a ti – le dije a Fred señalándole con cara de enfadada – no te vas a librar tan fácilmente.
- ¿Y eso por qué? – preguntó él en un tono altivo, sin tomarme en serio.
- Puedo conseguir que te despidan por el hecho de que me hayas besado. Ya sabes que en el reglamento del internado están prohibidas las relaciones entre alumnos y maestros.
- Y yo os puedo delatar a todos con lo de la fiesta. – amenazó Fred.
- ¿Incluso a tu propia hermana? – le pregunté, todavía sin creérmelo.
- Charlie no es algo que me importe demasiado.
- Pero a mí si que me importa. Es mi amiga. Si nos delatas a los profesores, conseguirías que nos expulsaran a todos. Piensa en la cantidad de gente que se quedaría a las puertas de la Universidad por una mancha así en el expediente.
- ¿Y qué? Ya te he dicho que no me importa para nada. – recalcó el pelirrojo.
- También te delatarías a ti mismo. Hueles a cerveza. – le respondió Chris con un tono más tranquilo.
- Podría decir que fue por sujetar a algún alumno.
- Tu aliento apesta – le dije.
Fred se había quedado ya sin argumentos, por lo que fue retrocediendo lentamente hacia la puerta.
- Te lo advierto Hilton – le dijo Chris en un tono amenazador. – Como vuelvas a acercarte a Lena fuera de lo estrictamente necesario, te juro que te arranco la piel a tiras.
Fred se marchó de la fiesta con un sonoro portazo, pero que fue encubierto por la música, que estaba en un volumen bastante alto.
Me acerqué a Chris, y puse mis manos en sus hombros. Él todavía seguía serio.
- Gracias por haberme defendido. No sé qué me habría hecho si no hubieras llegado a tiempo.
- Seguramente habrías terminado de darle su merecido a ese gilipollas. Y sí, no me mires así, es un gilipollas, por muy hermano de Charlie que sea.
- Te doy la razón. Y siento haber dudado de lo que me había dicho Nat.
- ¿Qué te dijo?
- Que tuviese cuidado con Fred. Debí hacerle caso, y no hablar con él más de lo estrictamente necesario.
- No conocías a Fred. No podías adivinar cómo era.
- Pero Nat me lo advirtió, y no le hice caso. Y luego te dije que entre él y yo no había nada, y era cierto, pero al final él quería que hubiese algo.
- ¿Puedo decir lo de “te lo dije”?
- Por favor, no lo digas. Sólo quiero olvidarme de Fred.
- Lo siento, pero no puedo evitarlo. Te dije que tuvieses cuidado con él, pero no me hiciste caso.
- ¡No me acerqué a él!
- ¿Y qué me dices de lo de hoy?
- Has visto perfectamente cómo fue él quien me besó, no yo.
- Pero tú accediste a hablar con él.
- ¡Fue para aclararle que estaba contigo!
- De todas maneras Lena, es mejor que nos tomemos un descanso.
- ¿QUÉ? – le grité sin darme cuenta.
¿En serio Chris me estaba diciendo eso?
- ¿Me estás dejando? – le pregunté titubeante.
- No, no te estoy dejando. Sólo pienso que deberíamos tomarnos un descanso, un poco de tiempo para pensar en nosotros…
- Eso significa que no me quieres.
- ¡Claro que te quiero tonta! Pero es mejor así. Necesitas estar sola unos días, sin que ningún novio celoso te moleste. Necesitas pensar en nuestra relación y en lo que significa para ti.
- Sabes perfectamente que no quiero estar sin ti.
- Lo necesitas, aunque todavía no lo sepas.
Chris se acercó a mí, pero en vez de besarme, como yo pensaba que haría, me dio un beso en la frente y se marchó de allí, dejándome sola en medio de la fiesta.

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