viernes, 8 de julio de 2011

Capítulo 4: Primer día de clases

Después de que las chicas se terminaran de arreglar, cogí mi Prada negro y salimos. Tras una caminata a una temperatura que me daba estremecimiento mencionar (por dios, aquí hacía muchísimo frío por la mañana), llegamos hasta el comedor. Entramos y nos sentamos en la mesa en la que nos habíamos sentado la noche anterior.

Efectivamente, los compañeros que tenía enfrente eran los famosos amigos de las chicas, que no sé si me ignoraron a propósito o todavía no se habían dado cuenta de que existía. Miento, creo que había uno que se había dado cuenta de que existía. Schoomaker miraba con interés el periódico de la mañana, así que decidí ignorarle. Ya tendría que soportarle más tarde, cuando tuviera que limpiar los baños con él.

Al oír como saludaba al resto de sus amigos, Schoomaker dirigió su mirada hacia mí. Eso me dejó un momento totalmente desconcertada, no creía que me fuera a mirar (otra vez) con tanto descaro, pero era visto que el chaval era bastante directo y no se andaba con medias tintas o escondía la mirada avergonzado al darse cuenta de que lo habías visto. Lo ignoré completamente y pasé a servirme un zumo de naranja, el café con mucha leche y dos magdalenas de chocolate. Penny hablaba animadamente con Kevin, Charlie leía una revista y Nat intentaba leer el artículo de moda por encima del hombro de Charlie. Los otros amigos de Schoomaker estaban demasiado dormidos como para concentrarse en otra cosa que no fuera su desayuno. Schoomaker seguía con un ojo puesto en mí y otro en el periódico de esa mañana, y yo saqué de mi Prada negro mi gastado ejemplar de "Orgullo y Prejuicio".

Schoomaker puso expresión de sorpresa, y yo intenté concentrarme en mi lectura. Viendo que el baile de Netherfield no me conseguía distraer, guardé el libro en el bolso. Justo en el momento en el que cerraba la cremallera, un dedo me tocó el hombro. Me giré y vi a la rubia de "Be Famous!" enfrente de mí.

Realmente, la rubia impactaba. Tenía el pelo largo y con flequillo de un color rubio que era imposible que fuera natural, aunque perfectamente teñido. La cara ovalada, el cutis blanquísimo, los ojos azules y perfectamente maquillados a estas horas de la mañana, una nariz perfecta (aunque dudaba de que fuera natural, en la foto de Be Famous tenía otra forma su nariz) y unos labios perfectamente pintados de rosa fucsia.

- Me imagino que tú eres la nueva.

- Soy Helena Williams si te refieres a que soy la nueva - le dije. Borde.

- Yo soy Barbara Clarkson, la delegada de curso y presidenta del club de fans de Christopher Schoomaker.

Como si no lo supiera ya a estas alturas.

- Bien. - continuó ella sin hacer caso a mi vuelta de ojos - Como sabrás, al ser la delegada de curso tengo la obligación, a veces odiosa, de dar la bienvenida a los nuevos. Tengo que decirte que no es agradable. Supongo que lo que te tendré que decir es que tu vida aquí no vale nada. Yo soy reina y señora del internado, así que sólo vengo a advertirte de que no pretendas ser la más popular aquí, el puesto está ocupado por mí.

¿Le había entendido bien a la zorra rubia o lo que me había dicho eran sólo imaginaciones mías?

- Perdona, pero creo que el internado pertenece al director y a su familia. Y tú no eres nadie para decirme a mí que yo no valgo nada aquí, porque no eres una especie de dios ni de líder religioso, ni tampoco creo que cerrar todos los pubs de tu ciudad o acostarte con medio equipo de fútbol te de derecho a hacer eso. - le contesté.

- ¿Quién eres tú para juzgarme a mí? ¿A mí?

- La misma persona a la que juzgas tú sin motivo ninguno. Y supongo que no tenemos nada más que hablar. ¿Me equivoco?

- Sólo una última advertencia mosquita muerta. Ten cuidado con Christopher Schoomaker. Es mío. - dijo, remarcando lo de mío.

- ¿Perdona? ¿Tienes un papel que diga que es tuyo o algo por el estilo?

- Te lo advierto, déjalo en paz. Sé que te interesa.

- ¿Perdona? Quiero recordarte que él fue el que me tiró un plato de estofado por encima, yo no lo llamé.

- Sólo te digo eso, tú eliges lo que quieras hacer.

- Desde luego, no lo que me vayas a mandar tú. Y si me disculpas, ahora mismo me voy, no quiero seguir escuchando las estupideces de una gilipollas unineuronal.

Blondie Fox se quedó patidifusa en ese momento, sin saber qué contestar, mientras yo en ese momento celebraba interiormente mi victoria frente a ella.

Salí del comedor seguida de Nat. Nat seguía como en un medio estado de shock. Al salir al exterior, Nat se sentó en los escalones de la entrada.

- Natalie, ¿te pasa algo? - le pregunté.

- ¡Eres mi heroína! ¡Le has contestado mal a Blondie Fox! - dijo mientras se levantaba y empezaba a dar saltitos.

- ¡Nat! ¡Para! Además, tampoco ha sido para tanto.

- ¡Y una mierda que no ha sido para tanto! ¡A Blondie Fox le ha salido una rival!

- Se la ha buscado ella, digo yo.

- ¡Es genial, genial! - dijo ella, dando saltitos.

- ¡Nat! ¡Relájate, que son las 8 y diez todavía!

- Vale, vale, ya paro. Oye, ¿tú no querías ir a tu taquilla?

- ¡Sí! Tengo un bolso muy delicado lleno de libros que pesan mucho, así que me interesa hacerlo ya.

- Ok, pues vamos.

Nos dirigimos al edificio de las clases, entramos, y subimos por las escaleras hasta el tercer piso. Seguimos por un pasillo, pasamos una hilera de taquillas y llegamos a una que tenía una placa con mi nombre. A su lado estaba la taquilla de Nat y, para mi mayor desgracia, la de Schoomaker. Mierda. Le preguntaría luego a Nat si se podía cambiar de taquilla.

- Tu clave es tu nombre en teclas de móvil, vamos, Helena.

Puse la combinación. 435362. Fácil. Abrí la taquilla y metí dentro todos los libros excepto el de literatura, una libreta y mi estuche. Nat hizo lo mismo que yo pero en su taquilla. Cogí mi horario de clases y lo metí doblado en el estuche. No quería llegar tarde a ninguna hora. Caminamos hasta el aula 23 y entramos en clase. Charlie y Penny estaban sentadas en la fila de el medio juntas, y nos tenían reservados unos pupitres delante de ellas. Me dispuse a sentarme en mi sitio y abrí la libreta. Me extrañó no ver a Schoomaker, ya que sus amigos estaban sentados a nuestro lado. Entró la profesora Linton y todos nos callamos.

- Buenos días alumnos. Me alegro de verles otro año más y no me alegro de tener que soportarles otro año más, ya que a esta edad tienen las hormonas totalmente alteradas…

No llegó a terminar la frase, ya que de repente por la puerta entró Schoomaker seguido de una rubia bajita que se terminaba de abrochar los botones de la camisa y tenía la cara colorada. Quería portarme bien, pero no pude reprimirme.

- ¿Qué Schoomaker? ¿Un polvo mañanero para empezar con más ganas el año? - añadí. La clase no pudo reprimir una carcajada general.

- Señorita Williams, no sea ordinaria, y no empiece, que ayer ya la tuvimos.

- Pero profesora, ¡si yo estoy diciendo la verdad! ¿O no dijo uno de los que se aburrían mucho hace tropecientos mil años que no había que decir nada más que la verdad? ¡No ve usted la cara que se le ha quedado a Schoomaker!

- ¡Señorita Williams, a la próxima va usted a dirección! Y usted señor Schoomaker, ¡no le da vergüenza llegar tarde el primer día! ¿por qué ha llegado usted tarde? - le preguntó la profesora Linton.

- Es que… pues a ver… sinceramente profesora, cuando una chica que está tan buena se le acerca, ¿diría usted que no a un cuerpo así? - respondió Schoomaker.

- Y claro, el señorito no pudo controlar a su pequeño yo. Por cierto, ¿solo te fijas en el cuerpo de las chicas o miras sus otras cualidades? - añadí.

- Schoomaker y Williams, ¡a la próxima van ustedes a dirección! Y ahora, no la líen más en clase, ¡que ya llega por una mañana! Y Williams, siéntese usted al lado de Morrison, que usted peligra con la señorita Weston al lado.

- Pero profe, ¡si yo no he hecho nada! - protestó Nat.

- ¡Cállese usted señorita Weston! Y señor Schoomaker, póngase al lado de la señorita Weston.

Cogí mis cosas y las puse en el pupitre de al lado de Morrison. Era uno de los amigos de Schoomaker. En un primer momento decidí no hablarle, pero el que tomó la iniciativa fue él.

- Así que tú eres la famosa Lena Williams. - dijo, sonando de forma casual.

- Así es. Y yo debo suponer que tú eres el famoso Johnny Morrison.

- En efecto. - respondió él.

Podría decirse que Johnny Morrison era guapo. Alto, tanto que me sacaba altura incluso estando ambos sentados, corte de pelo despeinado pero que resultaba elegante de un color castaño, ojos marrones y una mirada bastante interesante.

- Supongo que debería darte la bienvenida al internado, pero creo que ya te la has dado a ti misma con lo de ayer.

- No es mi culpa si la gente es maleducada.

- No lo decía por eso. Has hecho bien en lo de bajarle los humos a Christopher, le hacía falta. - me contestó, sonriendo.

No pude reprimir una leve sonrisa. Vale, lo reconozco, Johnny me caía bien. Y no era uno de los idiotas que se me quedaban mirando con la boca abierta. Y no había intentado ligar conmigo, al menos por ahora. Cuando iba a seguir hablándole a Johnny, la profesora Linton me interrumpió.

- Señorita Williams, la he visto hablando, ¿quiere que la eche de clase? - me preguntó la profesora Linton

- Justamente ahora no, pero si eso luego. - respondí.

- Cállese y atienda Williams. ¿Por dónde iba?

- Por lo de que teníamos las hormonas alteradas profesora - dije poniendo mi carita angelical - ¿ve que cuando quiero atiendo en clase?

- Cállese Williams. Por donde iba diciendo, que este año tienen las hormonas alteradas…

- Profesora, eso es mentira, que me dijo el profesor O'Neill que las hormonas a esta edad no se nos alteran - repuso Schoomaker.

- Cállese Schoomaker. Cambiando de tema, el primer libro de este año es "Orgullo y Prejuicio". ¿Alguien sabe de que trata el libro?

- ¡Yo, profe, yo! - dijo Blondie Fox mientras levantaba la mano. - Va de una chica que la pobre tenía un gusto HORRIBLE por la ropa, y que tenía 15 hermanas…

- Por dios señorita Clarkson, ¡deje de decir burradas! ¿Por lo menos sabe cómo se llamaba la protagonista del libro? - preguntó la profesora Linton.

- Se llamaba… puf, es que ahora no me acuerdo profesora… pero yo me lo sé profesora, en serio.

Giré los ojos. Sí, al parecer Blondie Fox era más estúpida de lo que yo creía.

- Por dios, ¿alguien sabe cómo se llamaba la protagonista? A ver usted, señorita Williams, que parece que se aburre.

Linton me sorprendió en ese momento, pero le respondí rápidamente.

- La protagonista, Elizabeth Bennet, vive en el siglo XVIII con sus padres y sus cuatro hermanas, y el libro trata de un año de la vida de esa familia y de las cosas que les ocurren ese año y que les cambiarán la vida para siempre.

- ¡Muy bien! ¡Un diez para usted señorita Williams! Y conseguirá otro diez si me dice el nombre del protagonista masculino del libro.

- Fitzwilliam Darcy.

- ¡Otro diez para usted! Pues como veo que la mayoría de ustedes son unos ignorantes con respecto al libro, lo leeremos en las próximas clases, así que procuren encontrar un ejemplar. Y mañana tendrán ustedes un examen sobre toda la materia de Biología de los cursos anteriores.

- ¿Qué?

- ¿Cómo?

- ¿Cuándo?

- ¡Pero si no es materia de esta asignatura!

- Pues me da igual, y de paso se lo entregarán al profesor O'Neill y que les puntúe él. Yo me encargaré de hacer el examen, ya que el profesor O'Neill está en un curso.

Tocó el timbre y la profesora Linton salió corriendo de clase. Cogí mis cosas del pupitre y me despedí de Johnny. Él sonrió. Me reuní con las chicas en la puerta de clase. Caminamos hasta el laboratorio de química, donde nos sentamos las cuatro juntas. Después de que llegara el resto, entró la profesora.

- Buenos días chicos. Como ya sabéis, soy la profesora Turner, e imparto Química. Bien, creo que hoy es un poco pronto para mezclar, así que eso lo haremos en la próxima clase y hoy repasaremos algo de teoría y haremos unos cuantos problemas teóricos de disoluciones. Recordad que tenéis que hacerlos bien, ya que el próximo día utilizaremos los datos de los problemas.

El resto de la clase se me pasó volando, aunque en teoría era aburrida, pero con la profesora Turner era imposible aburrirse.

Al sonar el timbre, recogimos nuestras cosas y las fuimos a dejar a la taquilla. Salimos del edificio y nos encaminamos al patio que había en el jardín. En una máquina de refrescos, cogí un refresco de cola y fui a sentarme junto a las chicas. Las pillé en el medio de una conversación.

- Me parece injustísimo que nos pongan ese examen. - dijo Charlie. - Como si no hubiéramos estudiado bastante el año pasado.

- Ya te digo - contestó Penny.

- Por lo menos vosotras tenéis la materia del curso pasado… - recalqué.

- A mí no me apetece nada estudiar, y aún encima cuesta muchísimo de aprender. - repuso Nat.

- En cierta manera, deberías acordarte de algo. - le dije.

- Lena, yo el año pasado copiaba en todo. - me respondió Nat.

- ¿Y si copiamos? - propuse.

- Con Linton es muy difícil, además, ¿quién nos dejaría copiar? - dijo Charlie.

- Es cierto. Imagínate hacer las chuletas de un libro entero. Es imposible.

- Sólo tenemos una opción.

- ¿Estudiar? - preguntó Penny irónicamente.

- Robar el examen.

- ¡Estás loca! ¿Cómo piensas robar un examen?

- Eso déjamelo pensar. Pero necesito ayudas masculinas, concretamente la de vuestros amigos, y móviles. - contesté.

- ¿Cómo piensas conseguir que los chicos te ayuden? - me preguntó Charlie.

- Fácil. Se lo pediré.

- ¿Crees que nos ayudarán? - preguntó Penny.

- No les veo yo mucha pinta de estudiar. ¿Me equivoco?

- Para nada - contestó Nat.

- Creo que Kevin estudia. - dijo Penny.

- Dejando aparte el hecho de que Kevin tenga algo de sentido común, necesitamos robar ese examen. Si queremos aprobar, - y las miré a todas - tendremos que portarnos mal. Y si para eso necesitamos la ayuda de los chicos, se la pediremos.

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